Fotografía de Juan Luis López Palacios
"No hay placer mayor
que descargar la vejiga
cuando uno está necesitado",
dijo el cura, un párroco
beatífico,
empotrado en los urinarios.
Llevaba el celibato entre las manos
y nunca lo había roto,
ni siquiera una fisura
(lo advertí en sus ojos extraviados,
mirada de gozo extático
que se clavaba en la inmensidad del cielo raso).
Envidié su gozo
en acto tan cotidiano
y me propuse continencia
durante un mes
(quería repetir su gesto
y alcanzar su misterio).
"Como los ciegos
desarrollan otros sentidos
hasta límites inverosímiles,
quizá la privación del sexo
conduce al absoluto orgasmo
cuando uno desagua en los urinarios"
pensé.
No fui capaz de guardar la continencia,
se me rompía el celibato por las esquinas.
No tengo esencia de santo,
ni siquiera de simple estoico.
Epicuro es implacable
con sus frágiles vasallos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario