Ya no hay para ti
domingos somnolientos,
ni lunes odiosos,
ni martes con joroba.
No, ya no hay para ti,
hogar donde refugiarte,
ni viento que te despeine,
ni alimento que te sacie.
Ya no hay nada para ti,
nada,
ni tiempo, ni espacio, ni fuego
que te caliente.
Aunque, siempre, siempre,
avivaré una llama en mi memoria,
en mi mirada,
para alojarte,
para contarte los días,
para aventarte la melena,
para ponerte la cuchara en los labios
o para besarte.
Viajarás conmigo
a Italia, a los Pirineos,
a las montañas,
-allá arriba te gustaba estar,
respirar, vivir-
Te arroparé allá, en lo alto,
cuando sople el cierzo furioso
que intenta helarte hasta el aliento.
Viajarás conmigo
para construirte un tiempo,
un espacio,
un fuego con el que dibujarte.
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