Estamos repitiendo el molde de los señorones y señoronas de la alta burguesía. Los días de diario colaboraban en la explotación del pobre, acumulaban riqueza de una forma indecente y la exhibían en salones, iglesias y procesiones. Eso sí, los días de fiesta colaboraban en las mesas petitorias del Domund. Para limpiar su conciencia nacionalcatólica.
Hoy salimos a diario a comprar en masa a las grandes superficies o nos surtimos de caprichos en Amazon, acumulamos ropa que valdría para vestir a todos nuestros vecinos y exhibimos nuestros coches cargados de petróleo hasta colapsar autovías de cinco carriles. Eso sí, los días de fiesta participamos en una manifestación contra el clima o nos ponemos una pulsera reivindicativa. Para limpiar el karma.
¿Quién podría haber convencido a esas señoronas para que no usaran abrigos de visón o a sus maridos para que no estupraran a la doncella? Nadie. ¿Quién nos puede convencer de no entrar en el Primark o de no comprar compulsivamente en Amazon? Nadie. Nos ahogamos en plástico y carbonilla, seguro, como a los señores de bien los ahogaba la gota y la apoplejía.
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