sábado, 13 de septiembre de 2014

El tiempo de las leyendas


Era el tiempo 
en el que el vino y el aceite
se guardaban
con el oro y el bronce
en la misma despensa.
Era el tiempo 
de los aventureros,
de los maridos traicionados,
de las sirenas acechantes
de las diosas enamoradas.
Era el tiempo 
en el que los hombres
se escondían
cuando la ira acechaba
por no tomar decisiones inadecuadas.
Cuando las mañanas
lucían dedos rosáceos
y los vientos aullaban 
para alimentar la mar.
Cuando las mujeres
tejían sudarios
con que ahuyentar
a los sátiros
y los hijos luchaban
contra el destino
por recuperar
al padre.
Cuando los dioses 
servían para explicar el mundo
y no para temerlo.
Era el tiempo
de las leyendas,
el tiempo que nunca existió
y en el que todos creemos.

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