Primeras entregas del año en FOTOMATÓN. En esta ocasión un poema de Antonio Molina (2º de Bachillerato C) y un relato de Irene Coso (2º B) ilustran la imagen elegida.
El poema de Antonio:
Bajo el pelo escaso y blanquecino,
se descubría un anciano bondadoso.
Incontables arrugas de sol, lluvia y viento
labraban en todas direcciones su rostro.
Nadie intuía el secreto que escondía
el viejo, en apariencia, rudo y tosco.
El peso de los años y unos aros tiraban
de las pieles flácidas de sus pechos y sus brazos.
Su torso era un viejo lienzo dibujado
con rostros de trazos picassianos,
un “Guernica” proclamando:
el espíritu no sucumbe
a las arrugas de los años.
El viejo, en apariencia, rudo y tosco,
desnudaba el secreto que escondía.
El relato de Irene Coso:
En un pueblo pequeño y acogedor de Galicia
vivía un señor llamado Calixto. Era un hombre muy adinerado y con un gran poder
sobre la zona, su finca se encontraba en un bello valle rodeado de unas casitas
donde vivían sus criados. Un día
Calixto lleno de aburrimiento decidió hacer una fiesta, se lo comunicó a sus
sirvientes y estos la prepararon con mucho esmero y entusiasmo ya que hacía mucho tiempo que no se
celebraba una. Llegado el día tan
esperado, Calixto se vistió con sus
mejores ropas y salió a la puerta a recibir a todos los invitados, ya que eran
las personas más importantes de la zona: la familia Mendoza, la familia Aguilar,
la familia Castaño… Durante el festejo, mientras que las damas charlaban y
paseaban a sus hijos pequeños, los
hombres jugaban al póker. Calixto era la primera vez que jugaba a este juego, a
diferencia de sus invitados, como consecuencia se enganchó tanto que se apostó todo lo que tenía hasta quedarse
sin un duro, no tenía nada que apostarse lo había perdido todo y por ello
propuso jugar la última partida, si ganaba recuperaría todo lo perdido y si
perdía prometió tatuarse y perforarse el cuerpo ya que para esa clase social
eso lo veían como algo macarra y sucio. Calixto perdió y no tuvo otra opción
que tatuarse y perforarse el cuerpo sus oponentes al ver la valentía de Calixto
al cumplir la apuesta le devolvieron todos sus bienes y a partir de entonces, Calixto no volvió a jugar.
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