domingo, 2 de diciembre de 2012

Y el verbo se hizo carne


Tan enredado estoy en la literatura
que a menudo,
se me cruzan las metonimias
en la acera,
y el frío de los guantes
ya no es el de las manos.
Con frecuencia, 
el sombrero es la cabeza
y el condón, la polla.
Se me lía la lengua 
al enlazar aliteraciones
sin cuidado
y un claro rumor 
de metáfora
se percibe 
al embutirme los calcetines.
Amor y poesía, todos los días,
se me atraviesa Juan Ramón,
y la caña de los lunes 
me sabe a verso nuevo.
En las calles del invierno
veo intrigas y conjuras:
los personajes ocultos
tras la piedra fría.
Todo son líneas de tinta
en la palma de la mano
y las arrugas son valles 
de tiempo, inundados 
de experiencia.
Ya nada es real 
tras mi mirada,
todo es locura de palabras,
árboles de rimas,
rostros de adjetivos,
besos de papel.
Ya todo es real:
plumas como almas,
sangre como río,
aire como alimento.
Y el verbo se hizo carne. 

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