Ya tenemos aquí la nueva entrega de este relato de misterio, amor y terror. Por una parte, os adjunto en rojo sangre la continuación escrita por mí, y en azul tenebroso la continuación escrita por la alumna de 2º de Bachillerato Mª CARMEN QUINTANILLA. De esta forma conseguiremos dos relatos paralelos con el mismo comienzo. La siguiente en continuar el relato será VIOLETA FERNÁNDEZ y esperemos que la maldición no llegue hasta vosotros.
Carla nunca había sido una chica valiente, ni siquiera un poco arrojada. En condiciones normales, hubiera huido a la carrera del panorama que se le presentaba: la oscuridad, el rugido del viento, la vieja construcción imponente y solitaria, la puerta entreabierta, el voraz apetito tétrico de la noche. Sin embargo, un impulso irreprimible la arrastraba hacia el interior del edificio. Los auriculares le colgaban sobre la cazadora azul que tantas veces había rodeado Marcelo con sus brazos. Actuaba como una autómata falta de voluntad. Sacó el teléfono móvil para iluminar sus pasos hacia el vestíbulo. Un agrio olor inundó la primera respiración de Carla dentro de la sala. Un barrillo deslizante acompañaba la inseguridad de sus pasos. Su mente quedó en blanco en cuanto penetró en el recinto. La tenue luz del móvil fue recorriendo las paredes desnudas de un corredor que conducía a la escalinata lateral. Conforme iba subiendo los peldaños, fue cobrando firmeza su paso. Se dirigía sin titubeos hacia el aula en la que se oía el golpear furioso de las contraventanas contra las paredes. El ojo de luz nocturna que entraba por el vano del muro descubrió las filas de mesas y el brillo de los azulejos que servían de friso. Al pasar a la habitación, Carla recibió el frío del viento en el rostro. Por un momento, recobró la voluntad y un escalofrío intenso le barrió el pecho. El móvil se le escurrió entre los dedos. Se quedó rígida al advertir sobre la mesa del profesor la silueta de un animal que se retorcía con espasmos de dolor...CONTINUARÁ
Continuación de Mª Carmen:
Sin saber de dónde sacaba la fuerza, Carla entró en aquel oscuro vestíbulo. Un golpe de viento cerró la puerta. Con el miedo metido en el cuerpo, decidió andar por un largo e interminable pasillo, recordando las sabias palabras de su abuela: "Nunca temas al miedo, ya que si lo temes, el miedo se apoderará de ti". De repente, una risa escalofriante se oyó por todo el edificio. Carla, aterrorizada, empezó a correr por el pasillo... CONTINUARÁ
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