viernes, 22 de julio de 2011

Presentación de "Criaturas del Piripao" (IV)


Cuarta entrega del estudio de David Arona sobre Criaturas del Piripao.

I.2-. Descripción expresionista. La lengua de la novela.

En la cita que recoge el parlamento entre Mencía y Torralba, se refiere a la Inquisición como lobos sanguinarios, hienas y perros. El recurso a la cosificación y, sobre todo, la animalización de los personajes es constante. Especialmente llamativa resulta cuando se orienta a reflejar la angustia lujuriosa de fray Berto, veamos algunos ejemplos: “Los broncos pies de Berto iban derramando una baba viscosa sobre las lápidas del suelo”, “ y esperó, rumiando los versos”, “le martilleaba la herida pasión de macho ignorado”, “se resquebrajaba su habitual frialdad de sapo en espera del insecto despistado” . Las voces subrayadas son cuatro trazos que metonímicamente describen al personaje como una caricatura, un pelele, un muñeco en manos de una pasión animal enfermiza. Individuos como este eran los encargados de dirigir espiritualmente la sociedad. Como rezaba el refrán erasmista, muy a propósito de Lazarillo de Tormes y también de Criaturas del Piripao: “Cuando los ciegos guían, medrados estamos”.

Mencía, al principio del relato, se refiere a Berto como “hurón de caza segura” y, poco más tarde, el narrador desde la perspectiva del ama narra con dos trazos la entrada del sacerdote en el palacio de los Ansárez: “Observó con desagrado el ama el sucio rastro de lodo que el cura había dejado en el piso, pero calló ante la embestida del buey encalabrinado. La irrupción del cura en la casa de doña Miranda, nos transporta a la violación del espacio íntimo de Elena por parte del hermano Salvador en Los girasoles ciegos. Entre una escena y otra, aunque ambas de ficción, median 340 años, pero en ambas se representa la actitud de algunos ministros de la Iglesia Católica que se creen con un derecho universal y atemporal de entrar, con la excusa de la salvación de las almas y de la evangelización, en la vida de cualquiera que les puede proporcionar un beneficio material: gastronómico, erótico, monetario o sádico…

Por otro lado, la descripción es poderosamente connotativa: “el sucio lodo” sugiere la intención del fraile, corrupta y material, aspecto que queda corroborado perfectamente mediante el sintagma “buey encalabrinado”. El cura aparece como un perfecto animal, pero su cinismo hipócrita le lleva a pronunciar palabras tales como: “¿Acaso no recuerdas, torpe vieja, que hoy debías acompañar a tu ama hasta la casa del Señor para que yo la asistiera en su confesión? No observáis ni la más mínima decencia. Dejad, dejad que se pierdan vuestras almas en las borrascas de la molicie”.

El contraste entre lo que dice y lo que siente supone una coincidencia de opuestos esencialmente barroca, que supone un juego atemporal entre apariencia y realidad, un verdadero drama entre la mentira del poder y los pardillos manipulados. Por si quedaba alguna duda sobre el personaje, el narrador certifica: “Sorbía las gotas de agua que se precipitaban desde lo más abrupto de su córvida nariz y hacía aparecer la punta de su lengua de lagarto. Imaginó a la viuda en el lecho…” El fraile es descrito con dos pinceladas expresionistas que resaltan dos rasgos que lo emparentan con animales carroñeros y es que siente una atracción perversa y enfermiza por la moribunda, una pulsión de muerte, que no es un detalle casual en la novela, sino que representa simbólicamente una obsesión macabra del catolicismo: obsérvese con fría objetividad el arte religioso o las procesiones de semana santa, repletas de crucifijos y con el crucificado por excelencia, con cuerpos torturados y sangrantes, con escenas de dolor, con hombres y mujeres abrasándose en el infierno post-mortem o flagelándose en este vía crucis en el que pretenden convertir la vida de los demás.

El cura insiste: “debo verla ahora mismo, debo atender a aquellos negocios que seguro son de mi incumbencia y de la de Dios” y acto seguido el narrador describe: “el tufillo rancio que exhalaba el hábito del cura. Quizás bajo él, se escondiera el gran badajo de la campana de la catedral batiendo las doce…amartillando el lascivo encendimiento de ese semental frailuno. La metáfora procaz (badajo), la cosificación (hábito) y la animalización (semental) refuerzan poderosamente no solo la imagen lujuriosa del cura, sino en un plano simbólico la voracidad de una parte de la iglesia sobre su feligresía, su radical vampirismo hacia la sociedad. Un vampirismo real frente a esos cuentos draculinos para mentes infantiles, de muertos que no mueren o de diablos con cuernos y rabo que excitan el miedo pueril y nos arrojan a los pies del niño Jesús, o mejor, de sus representantes en este mundo, que saben manejar y dosificar estas emociones a su antojo, capricho e interés para nada espiritual.

Hemos hablado en un principio de Criaturas del Piripao como de una novela poemática, a pesar de todo lo dicho. El lirismo, en mi opinión, no solo asciende hacia la idea, sino que puede complacerse en la caricatura o en los carácteres más mezquinos del alma humana. En cualquier caso, un texto literario es tanto más lírico cuanto mayor sea su capacidad de sugerencia, cuanto mayor sea la densidad significativa del léxico utilizado y la novela en cuestión es un ejemplo de lirismo descendente. Concretemos lo dicho: “Berto calló… y comenzó a deslizar sus temblorosas garras sobre los muslos de la dama… Se deslizó su lengua sobre la piel desnuda de sus brazos… degustaba el sabor de la piel como el felino que lame su presa antes de engullirla”. La lujuria y la gula se aúnan en una oleada de instintos animales que adquieren toda su contundencia en el verbo final y su complemento directo que refiere a la víctima indefensa.

En otro momento se narra: “Fray Berto seguía bufando como un toro en pleno lanceo. De buena gana lo hubiera desjarretado Bernarda para que dejara por fin de embestir sin cuento a diestro y siniestro. (Continúa a través del estilo indirecto libre). Aún recordaba el día que la afrentó por primera vez: atrapada en el abrevadero de las bestias…El violento buey sabía muy bien como reducir a una mujer encabritada”. La connotación salta con cada comparación, con cada sustantivo, con cada adjetivo empleado. La bestia es el fraile y el abrevadero de las bestias donde es violada Bernarda representa el objeto de deseo del párroco, fijado desde siempre en las jóvenes criadas indefensas.

jueves, 21 de julio de 2011

Presentación de "Criaturas del Piripao" (III)


Tercera entrega del estudio de David Arona sobre Criaturas del Piripao.

SIGUE EL ANÁLISIS DEL NARRADOR Y EL ESTILO INDIRECTO LIBRE:

La novela muestra infinidad de ejemplos de limitación de la omnisciencia a través del estilo indirecto libre y con ello también una multiplicidad de tonos. La visión de los cómicos por parte de Suero Láinez nos ofrece una idealización infantil de la realidad, que muestra su entusiasmo con un recurso tan natural y sencillo como el paralelismo, reforzado con el poder de la enumeración: “Envidiaba aquel oficio tan próximo al suyo: vagar por los pueblos con estas representaciones que a todo el mundo apasionaban; compartir camino con camaradas comediantes que harían el pasar entretenido; tranformarse en alcalde, viejo, gracioso, soldado, matasiete, dueña, incluso rey; y bajar del escenario tan vivo como se ha subido a pesar de haber muerto cien veces sobre él…” El párrafo además contiene el germen de una ironía estructural basada en la ignorancia genérica del individuo acerca de lo que le ha de suceder en un futuro. El pasar entretenido de Suero será verse emplumado por sus compañeros o desollado cuando lo bañan en el río de aguas heladas; del escenario sí baja vivo, pero cubierto de inmundicias… y el vagar continuo por esos mundos saca a flote todas las rencillas, envidias y rencores de los cómicos, que suelen desahogarse en el más débil, en este caso Suero.

La visión de los cómicos de fray Berto es muy distinta, se identifica en parte con ellos, pero desde una emoción muy lejana al sentir de Suero. Tiene su gracia, porque muestra claramente las distintas sensibilidades del ser humano y lo profundamente diferentes que somos unos de otros. No me resisto a citar la impresión del cura a través otra vez del estilo indirecto libre: “Fray Berto, quien también había acudido a la llamada del muchacho, desconfiaba de estas gentes. A menudo, según le había avisado su obispo, eran estas compañías madriguera de delincuentes, huronera de frailes y clérigos apóstatas. Sin embargo, Berto se sentía compadre de estos farsantes. Gustaba de oírlos y verlos actuar. Cuando él se subía al púlpito para endilgar el correspondiente sermón, le gustaba adornar su palabra y sus gestos a la manera de los cómicos. Se deleitaba al constatar los rastros de pánico que sus relatos ejemplares y conminatorios provocaban en los fieles. Algunos estallaban en llanto al verse reflejados en los pecados que se reconvenían y al comprobar la penitencia infernal que llevaba consigo su comisión. Este era uno de los momentos de triunfo del cura, no por ver el arrepentimiento cristiano sino por sentir el poder sobre ese amasijo de desgraciados. El relato cruel de una monja lujuriosa que acabó preñada era un motivo recurrente en sus sermones…” El fragmento muestra el sadismo asociado al poder y la ironía estructural que muestra el egoísmo cínico y la soberbia del personaje. El cura busca en El Corbacho, compendio de la misoginia medieval, la perversión de las mujeres, se deleita en la lujuria de la monja, cuando él es un mujeriego impenitente y un pervertido en toda la extensión de la palabra, ya que es un violador de criadas y un profanador de tumbas con fines inconfesables.

El narrador limita su punto de vista también a través del estilo directo. Por ejemplo, la relación de complicidad primero y de amistad después entre Torralba y Mencía se presenta a través del diálogo directo, que sirve, entre otros aspectos, para reflejar de primera mano la personalidad de ambas, la confianza creciente que se tienen y su radical humanidad, subrayada incluso con la irrupción de un agente externo que supone un cataclismo para la amistad: la Santa Inquisición que activa el pánico y el instinto de supervivencia más animal. Esto da pie a un experimento de corte naturalista, pero ese es otro asunto, que trataremos más adelante. Volvamos al estilo directo que retrata a las amigas y su visión de mundo: “-Mira, hermana, no suelo faltar a los duelos de los que conozco y menos si han pasado por mi mano de yerbera. Mi linaje hace tiempo que me lleva con ligereza hasta la iglesia, más por no dar que hablar a los que me envidian que por apego a los ritos. Siempre que falta de entre nosotros algún vecino de mi feligresía, acudo con sincera querencia a despedirlo antes de que lo rumien los gusanos. Vuestra doña Miranda, a pesar del poco tiempo que se me dio en su trato, ha calado en mis fracasos como uno de los mayores. No descanso… Ando de aquí para allá buscando la verdadera causa de su muerte… Quise acercarme a darle mi adiós pero un buen amigo me avisó de la mucha y elevada curia eclesial que iba a celebrar el oficio. Ya conocerás, aunque sea de oídas, mis constantes problemas con el Santo Oficio. Se han cebado con una pobre vieja cuyo único pecado ha sido descender de mi padre y de mi madre…Solacémonos juntas Torralba que las dos padecemos tragedias: tú, la desaparición de tu ama y amiga; yo, el miedo a caer bajo las zarpas de esos lobos sanguinarios- se sinceró amistosa Mencía…

-No es solo a ti a quien persiguen esas hienas. Ya te conté que el cuñado de mi ama, don Alvar Ansárez, se había vuelto de Madrid porque estos perros le andaban royendo los talones. Su comportamiento en la corte movió al escándalo de su vecindad…

- No serán, Torralba, las cuitas de tu amo como las mías. Él riega el huerto bajo el baldaquino del poderoso. Aún tengo por ver a algún caballero o dama principal paseado en el carro de las vergüenzas o empingorotado con el sambenito de los herejes y sodomitas. Yo, además, no practico ningún mal nefando, no me dedico a mis farmacopeas sino por necesidad…Tú no me conoces del todo bien, pero puedo decirte que llana soy, de buena sombra y si alguna maldad tengo, más se la debo a los que me persiguen que a mi crianza…”

En la cita anterior, opinan los personajes. El narrador renuncia al olimpismo decimonónico que juzgaba y opinaba y permite que sean los personajes, fidedignamente captados con sus propias palabras en un momento de serenidad, los que denuncien la locura xenófoba de la sociedad barroca y su estructuración en castas, algunas de ellas con privilegios sagrados como los nobles cristiano-viejos parapetados tras las órdenes militares.

Cuando las cosas se complican para la protagonista, esta recurre a Fray Berto. El autor nuevamente renuncia al modo narrativo para a través del estilo directo evidenciar descarnadamente qué se esconde tras la sótana del cura cuando Mencía, desesperada por el miedo a la hoguera, recurre a uno de sus más fieles pacientes. Otra vez, el personaje y en esta ocasión no se trata de Suero, ignora por completo con lo que se va a encontrar, pues el párroco responde a la petición de ayuda de la protagonista de este modo: “En buen lugar me dejas, perra herética, sin alivio para mis males. Antes de que te procesen debes dejar las recetas de tus lenitivos en mis manos. A ti, ya no han de servirte más”. Es el colmo del egoísmo y del cinismo más cruel y, por si fuera poco, ante las súplicas de la morisca, remata: “¡Deja ya de gemir como una rata herida! Yo voy a ser el principal perjudicado de tu caída en desgracia…¡Saca tus rastreros huesos de mi casa y déjame rumiar la cena en paz! Esto es lo que se consigue con que zánganas como tú visiten la morada de hombres de buena fe”. Habla el cura, pero la ironía del narrador, implícita en las palabras del personaje, es demoledora.

miércoles, 20 de julio de 2011

Presentación de "Criaturas del Piripao" (II)


Segunda entrega del estudio sobre la novela "Criaturas del Piripao", realizado por David Arona:

SIGUE LA INTRODUCCIÓN:

Ahora bien, la complejidad de algunos de ellos, mejor de ellas, o, en otros casos, sus obsesiones y fijaciones lineales (en este caso ellos) apuntan y definen muchos de los aspectos y registros del alma humana. Este es otro de los grandes méritos de la novela: sus criaturas sufren como muñecos dominados por el azar, por unas circunstancias infames, son dominados por la lujuria o el pánico o encumbrados por su dignidad a la categoría de lo ideal humano, como es el caso paradigmático de Mencía. Por ello, en la dimensión del significado, me detendré en los personajes, sus relaciones con el espacio y el tiempo y, especialmente, en los temas de la novela para responder a las cuestiones que, en un principio, había planteado.

I. LA FORMA. EL SIGNIFICANTE.

I.1-. El narrador y el estilo indirecto libre.

El autor se inclina por el narrador omnisciente, el contador de historias por excelencia, tal y como aparece en las grandes narraciones de la Literatura desde La Odisea hasta Cien años de Soledad, pasando por Las mil y una noches o La Regenta. El narrador de Criaturas conoce la realidad que cuenta palmo a palmo. Es una historia tan vieja como el mundo, porque narra una lucha épica desigual y, tan solo, hay que enunciarla con lucidez y desde una perspectiva ética honrada.

Este narrador es capaz de los tonos más dispares. A menudo marca una distancia irónica con lo narrado, adoptando una limitación consciente de su punto de vista a través del estilo indirecto libre: “No en vano, pensaba el caballero, dicen que Don Amor no se aviene a razones ni mira por la lente de la lógica ni de la estética. Todavía podía llevar hasta su hacienda a hermosos mozos que por un buen yantar y un cómodo lecho se abandonarían a cualquier capricho suyo. En cambio, un menguado cuerpo envuelto en la más extravagante de las vestiduras lo había deslumbrado y le había devuelto el deseo. Paradojas de nuestra naturaleza oscura, se decía, y volvía los ojos a la boca desdentada de Suero que esperaba hacer suya”. El narrador sabe, pero no puede estar más lejos de la emoción del personaje que resulta a todas luces entre terrible y ridícula, por ello desciende desde la perspectiva cenital de la omnisciencia al punto de vista del personaje, que derrama su pensamiento tan instintivo como desatinado. El estilo indirecto libre, mediante la ironía o incluso, el sarcasmo, muestra además de las honduras de los personajes, otra voz traviesa que evidencia la guasa del narrador hacia El Egipcio y provoca la hilaridad en el lector. El humor es el contrapeso necesario a la angustia de la situación general de la historia y de este caso en particular: un poderoso noble de la orden de Calatrava se dispone a abusar de un pobre retrasado mental, es decir, el poder toma de la realidad (lo que incluye a otros seres humanos, la mayoría), todo lo que apetece sin reparar en ningún escrúpulo. Por ello, el humor de la novela es un humor propio del siglo XX, a la manera de las vanguardias, del cine mudo de Chaplin o de los esperpentos de Valle Inclán: es el antídoto ante el horror de lo narrado, es la barrera de seguridad frente a la desesperación e impotencia de habitar durante la lectura un universo tan asfixiante como real y desgraciadamente no demasiado ajeno a nosotros, criaturas ya del siglo XXI.

Como apuntábamos arriba, una de las virtudes del narrador es su capacidad para cambiar de tono. Puede pasar de un tono chocarrero y sarcástico a un tono grave y solemne. Por ejemplo, a propósito de la muerte de Doña Miranda escribe: “El tañido de las campanas dejó un seco latir de tristeza en la mañana de la muerte de doña Miranda, marquesa de Valdepaz, viuda de don Rodrigo de Ansárez y Quiñones. La villa se desperezaba lentamente. Todavía no se habían apagado los ecos de los gallos ni la luz del sol conseguía rielar en los charcos de la madrugada. El empedrado de la calle de los marqueses aún velaba el llanto de plomo que había barrido la noche. Dentro, en el palacio, se respiraba el letargo de los días de invierno. La cama de la amortajada era un mármol de silencio en el que reposaba la dama con el gesto lechoso del albayalde. La refriega había sido violenta y los muebles callaban.

Solo los suspiros dormidos de la Torralba hendían la aridez del campo de batalla. A la cabecera, la dueña moría un poco con su ama, con su amiga, aunque se diga que no se puede hablar de amistad en las relaciones de lacayos y señores”. “Los muebles callaban” frente al “llanto de plomo” o “los suspiros dormidos de la Torralba”; la personificación subraya el silencio absoluto de la muerte solo rasgado por la pesadumbre y la soledad en que quedan las personas más allegadas. En este sentido, la relación de Torralba y su ama, como destaca el personaje otra vez a través del estilo indirecto libre (dos últimas líneas de la cita), es una relación horizontal como la de don Quijote y Sancho y opuesta a las relaciones verticales y basadas en el temor amo-criados propias de la picaresca, representadas en la novela por fray Berto, Don Alvar o los Comediantes con respecto a Suero. Casi siempre, la humanidad en la novela asoma desde los personajes femeninos.

martes, 19 de julio de 2011

Presentación de "Criaturas del Piripao" (I)


Dejo aquí el estudio que de mi novela, "Criaturas del Piripao" hizo el profesor David Arona para la presentación del libro en Barcelona. La dosifico porque es muy larga, pero si estáis interesados en la obra, profundiza en ella de forma muy profesional:

Criaturas del Piripao, de José U. HORTELANO PLATERO.

0. INTRODUCCIÓN

Cuando uno lee una novela, un poema, cualquier tipo de texto o asiste a una representación teatral o cuando va tranquilamente a disfrutar de una película, en mi opinión, debe plantearse dos cuestiones íntimamente relacionadas: ¿por qué me ha gustado o no esta obra? y ¿qué ha tratado de transmitirnos su autor? La respuesta a ambas probablemente nos dé la verdadera medida de la obra en cuestión.

Obviamente uno está invitado a responder siempre que la obra haya tenido la capacidad de seducirlo. Para ello, hay un termómetro intelectual y emocional que suele ser bastante certero y que se concreta también a modo de pregunta: ¿veríamos o leeríamos otra vez esta obra? No voy a nombrar aquí las novelas que creo que no volveré a leer, sí puedo decir que la primera vez que leí Criaturas del Piripao me causó tal sensación de extrañeza y curiosidad que antes de hablar con su autor y comentarle lo que me había parecido ya estaba leyéndola una segunda vez. Pero si he de ser sincero, verdaderamente he disfrutado plenamente la novela en esta tercera lectura motivada por esta presentación.

Para el lector mínimamente exigente una obra tiene que divertirle, sacarle de la rutina diaria, de su realidad inmediata de ser humano y transportarlo a un mundo imaginario donde bullen vidas distintas con distintos avatares y diferentes emociones y, al mismo tiempo, serle útil, es decir, hablarle de lo que es la condición humana y de las características que definen el mundo que le rodean. Horacio ya formuló esta gran paradoja de la literatura, su esencial oblicuidad: viajamos a un mundo que no es el nuestro, pero como en un espejo, vemos lo que fuimos, somos y, quizá, seremos como hombres y mujeres y cómo, desgraciadamente, somos incapaces de construir, teniendo todas las potencialidades para conseguirlo, un lugar utópico, un Piripao donde esta extraviada criatura que llamamos genéricamente hombre transite por la vida de forma más llevadera.

La crítica literaria del siglo XX habla del placer estético derivado de la contemplación de la obra de arte. El crítico literario y eminente catedrático de Literatura Románica, Martín de Riquer, definía la obra de arte atendiendo a las dimensiones que posee el signo lingüístico: la forma y el contenido. Cuando hablamos de una novela y el profesor comentaba El Quijote, se distinguen dos planos: el significado y el significante, lo que se dice y cómo se dice. Señalaba Martín de Riquer que el significante, la forma, debía poseer la capacidad de sugerir un mundo, de connotar una realidad más compleja que lo meramente enunciado. En este sentido, conectamos con el concepto de extrañeza, acuñado por Roman Jakobson, que es la propiedad de la obra de arte de impactarnos y, al mismo tiempo, de atraernos hacia ella empujados por la necesidad de desentrañar su sentido. Como he señalado arriba, la obra de Pepe Hortelano, la primera sensación que produce es el efecto de extrañamiento y no por lo que dice, que también, sino por su discurso, por cómo lo dice, por la lengua de la novela, por la focalización narrativa, por el empleo de los modos, etc.

La forma de la novela tiene unos valores connotativos de tal dimensión que en cada página se activa la función poética del lenguaje y, en este sentido, podríamos hablar de una novela lírica, poemática, escrita con el rigor y la técnica depurada del poeta. Por ello, a nivel de discurso, me gustaría hablaros brevemente del juego del narrador omnisciente descendiendo al punto de vista de los personajes a través del estilo indirecto libre (como en las mejores novelas del Realismo); la descripción expresionista al modo de Quevedo o los esperpentos valleinclanescos y, en relación con esto, pero abarcando otros modos como la narración y el diálogo, merece una cala especial la lengua de la novela.

Por lo que se refiere al contenido, el profesor Martín de Riquer explicaba que la obra de arte debe apuntar temas universales, atemporales que sean capaces de captar la esencia de lo humano y de las relaciones con el mundo y ello, sin menoscabo de los temas derivados de unas circunstancias históricas o fantásticas que condicionan a los personajes en un aquí y un ahora.

Los personajes de Criaturas del Piripao, sus acciones, sus emociones, sentimientos y reacciones se desarrollan en un tiempo (reinado del tercero de los Felipes, 1598-1621), en pleno barroco y en un espacio concreto (principalmente la provincia de Cuenca).

jueves, 30 de junio de 2011

Nuevo disco del Caballero Reynaldo



"El Visionario de Lupa" es el nuevo disco del Caballero Reynaldo, con el que colaboro de vez en cuando. Os dejo una foto en la que aparecemos un tanto transformados para la promoción y el texto de presentación del disco. Lo podéis comprar en su página web.


Reyes y arrieros, sátiros y princesas, nobles y vasallos, frailes y meretrices, sírvanse vuestras mercedes todas de acercarse a contemplar la última creación del bardo iluminado, vuestro Caballero Reynaldo (Luis G.) y el sin par Visionario de Lupa (Manoel Macía). Siguiendo el carro de la moda, han dispuesto para vuesas mercedes una revisión y actualización de la manoseada música folk. Por desgracia (o por suerte) se les ha ido la mano en la cuenta atrás de los años (pues para retros, ellos) y se han trasladado al pasado de hace 4 o 5 siglos. No solo hallaréis aquí aires del folk inglés de los setenta (los Tull más acústicos, los Steeleye Span menos rockeros) y del folklore castellano más rancio (Nuevo Mester de Juglaría, La Musgaña), además os toparéis con aliño de sabores gótico-étnicos (Dead Can Dance) y barrocos (Bach, Telemann).Nuevos Romances Antiguos es, pues, una opereta medieval que atraviesa (con y sin respeto) toda la música tradicional, desde las lueñes tierras de Odín hasta el norte de África, ensartando el folklore de Escocia, Eire, Bretaña, Galicia, Castilla y Al-Andalus. Todo ilustrado con la voz goliárdica de Reynaldo y abatanado por el Visionario. Sones de campanas, de bodhrans, de flautas (con y sin pico), de punteiros, de tablas, de modal, dulcimer, cura saz, autoharpas, salterios (con y sin arco); timbres de voces gregorianas, gemidos de monjas endiabladas, percusiones de todo jaez, sextetos de cámara, fanfarrias de plaza de pueblo, pespuntes de mandolinas y guitarras, muchas guitarras. Adobo necesario y variopinto que no ha necesitado de ningún enser eléctrico que os pueda recordar a esa endiablada música llamada rocks ni, por descontado, a su aburrido y machacòn cuatro por cuatro (pues de sietes, nueves, treses y cincos està este circo repleto).Alertados quedáis. No dejéis de gozar con los placeres timbrados de estos dos paladines del ascetismo. Abrid vuestras jambas y recibid con holgura la rendida acometida de estos señeros caballeros y de sus singulares adalides: la doncella Marieta (también nombrada La Tamarit), sir Mc Cuenca, Román El Sarraceno, don Urbano (también mentado El Hortelano), lady Rosita y el tabernero Rafael de Córdoba. Despojaos de vuestra servil vestimenta musical y gustad las delicias de este inaudito engendro, hijo de la intrepidez y de la belleza.Por siempre a vuestros pies.

domingo, 19 de junio de 2011

Juan Goytisolo y la tarea del escritor



Artículo muy lúcido sobre la tarea del escritor y la perdurabilidad de los clásicos frente a la literatura de medio pelo, tocada solamente por la bendición de la actualidad. Imprescindible Goytisolo.


"El espejismo generacional"
JUAN GOYTISOLO 19/06/2011
El trayecto de la juventud a la vejez de un escritor, desde la alineación generacional de la primera a la soledad creadora y vital de la última, suele ir acompañado de actitudes autoafirmativas que hacen tabla rasa del pasado inmediato y conducen al parricidio ritual. Todo empieza con nosotros cuando somos jóvenes y, mientras los "abuelos" son vistos a veces con indulgencia, nuestros predecesores no.
Recuerdo las declaraciones del "ya francés" Julio Cortázar a su regreso de una visita a Buenos Aires tras una larga ausencia. Los escritores de la hornada posterior a la suya lo ignoraban: no había sufrido como ellos los horrores de la dictadura argentina, vivía cómodamente en París y su obra, decían, había dejado de interesarles. Pocos años después de su muerte, las aguas volvieron a su cauce. Lo mismo acaeció con Lezama Lima tras el triunfo de la Revolución. Los poetas jóvenes le negaban el café y el azúcar: era ajeno a las preocupaciones del pueblo y pertenecía al pasado. En un excelente número de República de las Letras consagrado a Antonio Gamoneda y al autor de Paradiso, Antón Arrufat, portavoz de otros autores agrupados en Lunes de Revolución, explica su primitivo alejamiento y posterior comprensión gradual del legado literario del gran escritor.
El desencuentro generacional se reitera a lo largo del tiempo sin que los nuevos artistas, poetas y escritores, salvo raras excepciones, escarmienten en cabeza ajena. Manuel Azaña escribió sobre el tema unas líneas memorables:
"La sangre moza se imagina que el mundo nace de su calor; la sangre amortecida, que con ella descaece la vida. Cada generación se persuade que las desdichas de su edad han corrido de un orto a un ocaso. Cuando echa de menos el brío juvenil, imagínase que concluye y resume en sí una vuelta redonda del tiempo histórico. De tales preocupaciones y falacia el espíritu vigoroso está obligado a emanciparse. Como del localismo geográfico, así está obligada la razón a liberarse del localismo temporal, que corta la duración en círculos intangentes, trazados sobre la edad".
Leer a Manuel Azaña, en mi opinión el mejor crítico literario, junto a Luis Cernuda, del siglo que dejamos atrás, nos orienta hacia una mejor comprensión de la vivencia ínsita a la creación artística a lo largo del tiempo. El gran Mijail Bajtin, con su percepción luminosa de que si aquella aspira a proyectarse en el futuro debe hacerlo a partir de un conocimiento cabal del pasado, pues lo que vive tan solo en el presente desaparece con él, halla en Azaña un inesperado y genial precursor. Una cosa es la actualidad, nos dice, y otra la modernidad atemporalque circula a lo largo de los siglos.
La empresa de volver a los clásicos, no para imitarlos, sino para reescribirlos, es el mejor modo de asegurar su propia posteridad. Si Picasso se apropió, para desestructurarlos, de Velázquez y Goya, ¿por qué no asumir la invención del Quijote de Borges y reelaborar El hacedor? Del mismo modo que, gracias a Avellaneda, Cervantes transformó el relato de un personaje enloquecido por sus lecturas en el de un creador enloquecido por los poderes de la literatura, todos podemos recurrir a la biblioteca de Babel a condición de hacerlo con tino y con la conciencia de ser eslabones de una impredecible evolución histórica que no termina en nosotros y a la que nadie puede poner un punto final.
Si en la década de los veinte del pasado siglo, los formalistas rusos describían la historia del arte y de la literatura como una sucesión dialéctica de forma en la que la forma nueva no surgía para expresar un contenido nuevo sino para reemplazar a otro gastado hasta la trama y caído ya en desuso, las recientes reflexiones de Milan Kundera sobre el asunto afinan dicha formulación: el novelista que aspira a perdurar debe descubrir lo que sus predecesores no han visto ni escrito. No se trata pues de saltar de un tema a otro sino enfocar el mundo y las sociedades e individuos que lo pueblan desde una perspectiva singular e inédita.
Las generaciones jóvenes que hoy aspiran a ello son a la vez rupturistas respecto al pasado inmediato y conscientes de la necesidad de engarzar con el legado que a sus ojos no ha perdido vigencia. Sin atenerse a los criterios de la consabida crítica al uso -tan dada a ensalzar las obras destinadas al lector perezoso-, algunos autores insumisos a las normas trazadas sintonizan su labor novelesca con las infinitas posibilidades abiertas por el universo virtual creado por la ciencia y las técnicas del nuevo milenio: ese desgarrón, en palabras de Jesús Ferrero, "entre los que se educaron bajo el signo de la galaxia Gutenberg y los que no". El desafío al que se enfrentan estos es arduo y estimulante. Arduo, porque toda hermandad basada en percepciones comunes impone al artista el reto de desmarcarse de ella. Estimulante, en la medida en que dicha ruptura implica la fe en una trayectoria a menudo incomprendida y mirada a veces con hostilidad o con sospecha.
La historia se repite, aunque las circunstancias cambien. Miembro de la llamada generación del medio siglo -la nacida entre 1926 y 1936-, marcada por la Guerra Civil y la interminable dictadura que le sucedió, mi vinculación con los escritores de mi edad o algo mayores que yo se fundaba en una serie de inquietudes políticas y sociales compartidas. El propósito de denunciar la ocultación de la realidad por una prensa amordazada por la censura nos inducía, como escribí aquellos años -en Francia y México, no en España- a desempeñar el papel informativo que en los países democráticos corresponde a los diarios. Dicho objetivo y las afinidades ideológicas reforzaron los cimientos de nuestra relación por encima de las divergencias literarias y ambiciones artísticas. Con todo, al cabo de un tiempo, el fundamento de aquella se resquebrajó y cada uno de nosotros siguió su propio trayecto.
La distancia del mundo que concede la vejez permite ver las cosas de otra manera. Se puede ser un cascarrabias, como lo fueron un puñado de autores insignes, pero alcanzar también una lucidez fruto del reconocimiento de los propios errores y del abandono de todo espíritu de clan y afán de competencia. El creador, enfrentado a la cercanía de su desaparición física, no rivaliza ya con nadie; ve las cosas y su vida a distancia; elude la trampa del espejismo generacional y del "localismo temporal" del que habla Azaña. Sabe que la historia coloca a cada cual en el lugar que le corresponde: al innovador rebelde en el suyo, y a quienes confunden creatividad con éxito de ventas o visibilidad mediática en la plenitud de su nada.

viernes, 10 de junio de 2011

Terminó la selectividad



Ha terminado la selectividad y no me he enterado de nada. Tengo muchas clases de 2º y de 3º y no he podido acudir a Las Pedroñeras. Espero que todo haya ido bien, pero me gustaría saber con qué impresión habéis salido de los exámenes de Lengua y de Literatura Universal. Si pasáis por aquí, dejad algún comentario sobre vuestra impresión y sobre la nota que esperáis. Y ahora, a disfrutar. Ya nos veremos de paisano.

jueves, 26 de mayo de 2011

Presentación oficial de "Criaturas del Piripao"

El sábado, 2 de julio, en Barcelona se celebrará la presentación oficial de mi primera novela: "Criaturas del Piripao". Intervendrán en el acto: José Membrive (editor), Javi Castellanos (profesor de Historia y admirador de Bum-Kun-Cha) y David Arona (profesor de Lengua en Landete). Os espero a todos los que podáis asistir en la Librería Catalonia (Ronda de San Pere, 2, Barcelona) a las 7 de la tarde. Presentará el acto José Membrive, luego hablaremos nosotros y después un vino y un aperitivo.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Nueva reseña sobre Criaturas del Piripao

Me ha sorprendido ver en la página web de la Asociación Española de Comprensión Lectora una reseña bastante profunda sobre mi novela. Es cierto que cada lector convierte al libro en una historia nueva. Aquí la dejo, aunque no sé quién la firma. Si alguien sabe algo sobre esta asociación, me gustaría saber, solo por agradecimiento:
"José Urbano Hortelano: Criaturas de Piripao (Ediciones Carena, 2011).Este libro puede parecer una divertida comedia ácida basada en el marasmo social de nuestro Siglo de Oro pero poco a poco, vamos descubriendo, que la realidad de la que habla es de la condición humana, y que nuestro rostro pende sobre los hombros de algún grotesco personaje barroco. Destacar también que pasa desapercibida la magistral técnica literaria, la exactitud del vocabulario, la verosimilitud de las circunstancias, ante el sofoco que se va apoderando del lector, por lo que le está cayendo, te arrastra por el lodazal de la España picaresca. Una sociedad en plena descomposición política, moral, a la que una lluvia de acidez artística, deja desnuda, aunque todos se empeñen en verla galana y florida. Confundiéndonos en un mismo plano con la sociedad actual."

sábado, 14 de mayo de 2011

Martes de Carnaval



Si nunca te han puesto los cuernos, si nunca has intentado ligar con una viuda tras robarle el traje a su marido en la fosa, si nunca has tenido que lidiar con hijas rebeldes, putas y facinerosos, si nunca has hablado a la vez la lengua del hampa, la de los indianos, la de los bohemios, la de los idiotas y la de los latiniparlos, si nunca has tratado con ciegos intelectuales, si nunca has visto un caradura que sepa latín, si nunca te has aprovechado de un pariente dislocado, si nunca has sido chapero, si nunca has sido muñeco de guiñol o buey o gato o rata o fantoche o espectro, si nunca has hecho teatro, si nunca has sido tocado por la fuerza desintegradora de la vida, si nunca has estado enamorado de una araña..., posiblemente tampoco hayas vivido y, posiblemente, tampoco te guste la literatura de Valle-Inclán. Descúbrela (a la fuerza si eres alumno de 2º C) y luego me lo contáis en el examen o en otro sitio.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Emergencia en 2º de Bachillerato



Para los alumnos de 2º A que por la baja de Cristina os falte material o recursos suficientes con que preparar la asignatura (exámenes de recuperación, selectividad...) aquí os dejo mi correo electrónico por si necesitáis algo (instrucciones para el comentario, bases de sintaxis o temas). No dudéis en solicitarlo, os lo puedo mandar inmediatamente: jhortelan6@gmail.com. Si queréis algo más, buscadme por la sala de profesores.

sábado, 7 de mayo de 2011

Suero Láinez, según Pedro Pablo

Este cuadro de Pedro Pablo se titula "Suero Láinez". No soy un experto en arte moderno, pero me ha hecho ilusión ver el rostro cubista de un personaje de mi novela. Según Javi, lo que toca Suero es una sandía, según el autor, un tambor. Bueno, el arte moderno es así. Lo que a unos les parece un botijo a otros, una bandurria.

viernes, 29 de abril de 2011

En Las Ramblas, de milagro

Una muestra de las imágenes que dejó la editorial sobre la parada que montó el Día del Libro en Barcelona (el editor y la administrativa). Después de la cena, celebrada la noche anterior en uno de los lugares míticos de la bohemia catalana, "Els Quatre Gats", no me fue posible asistir por la mañana a la gran fiesta y a la comida de fraternidad de todos los escritores (no sé cómo saldría, demasiados egos comiendo juntos). Eso sí, por la tarde estuve con la gente de Carena y lo pasamos bien. Incluso hubo alguna visita de Landete (gracias, Laura, me dio mucha alegría verte).

jueves, 21 de abril de 2011

Vanguardia y tradición

No dejéis de pasar por Barcelona, Rambla de Sant Josep, 75, el día 23 de abril, en la parada 82, de 5 a 8 de la tarde. Allí estarán la rosa negra y las Criaturas del Piripao en una operación de márketing sin parangón desde que se lanzó el Titanic. Incluso aparecemos en la lista de El País.com, y sin pagar un duro.

sábado, 2 de abril de 2011

Las criaturas del Piripao en Barcelona

El próximo día de San Jordi, es decir, el día del Libro, me trasladaré a Barcelona para firmar mi novela en Las Ramblas, en el puesto que va a disponer la editorial Carena para sus autores, frente al Liceo (toma ya). De 5 a 7 de la tarde estaré por allí, aunque pienso pasar un buen fin de semana en la ciudad en que vencieron a Don Quijote. La última vez que fui a Barcelona fue a hacer una mudanza de una amiga y ahora vuelvo para firmar libros (vaya cosas raras que hago yo en esa ciudad). En fin, comienza la gira del Piripao. No es que me gusten mucho estos actos formales, pero a alguien conoceremos que valga la pena y nos invite a unas fantas. Si estáis por allí ese fin de semana, pasad a verme.

viernes, 25 de marzo de 2011

"Criaturas del Pirpao": primera reseña

Aquí dejo la primera crónica sobre "Criaturas del Piripao". Se puede leer en el periódico digital, "Ojos de Papel": LITERATURA Y REENCARNACIÓN Criaturas del Piripao: un viaje en el túnel del tiempo Suero Láinez, otrora brillante trovero, abandona la vida muelle de la corte, a finales del siglo XVI, y se marcha a una villa castellana donde intenta sobrevivir encomendándose a sus artes oratorias, ora desgranando romances, ora sirviendo a señores o tratando de formar parte de una compañía de comediantes. De cualquier forma, su actividad le lleva a ponerse en contacto con todos los estamentos sociales, lo que le permite retratar por dentro una sociedad en periodo de descomposición: “clérigos libidinosos, nobles sodomitas, cómicos de la legua, parteras moriscas, dueñas perseguidas por la Inquisición… Un submundo, muy alejado de la fantasía, que frustrará su nuevo oficio de cronista y que alimentará sus desequilibrios… Un dibujo satírico de finales de siglo que, a través del humor negro, cabalga sobre un hecho intemporal: la voracidad insaciable del poder y el estupor del individuo ante sus manejos”, reza el autor. Estupor, en su acepción de aturdimiento, esa es exactamente la sensación que me ha quedado de la lectura de Criaturas del Piripao. Tras leerlo, llevo días con el libro arriba abajo, incapaz de abandonarlo en la estantería, pero también incapaz de reducirlo a un folio de impresiones. Todos los libros buenos requieren varias lecturas, pero este —lo preveo insaciable— no me va dejar en paz durante bastante tiempo. Se ha pegado a mí y, como esa amante súbita y arrasadora, trata de mantenerme bajo su órbita. Sé que me queda otra lectura pendiente, esa que se da en la intimidad y de la que no tendré que dar cuenta a nadie, pero ahora necesito escribir algo aunque sólo sea como excusa para que el libro me deje en paz. Se sentó sobre una laja al borde del camino. Los esfuerzos hacían mella en su menguado cuerpo, la potra volvía a soltarle las tripas por la ingle y debía remangarlas para seguir su destino. La ondulación de una dorada llanura con barbas incipientes se extendía hacia el horizonte rasurado. Retales dispersos de encinares y ocres viñedos se cosían al trigueño paisaje. La panza húmeda de los nubarrones sometía al páramo tullido. A la izquierda de Suero se abría un pespunte de cipreses que remendaba el cementerio. Al frente, la hiriente aguja de la torre de la iglesia desgarraba el cielo que se deshacía en pinceladas de lluvia para desleír el tapiz amarillento del suelo. Hombres y mujeres en barbecho paseaban su miseria sorteando charcos. Así comienza la obra, de manera aparentemente anodina, pero, poco a poco, así se va abriendo el túnel del tiempo que te va abduciendo y en el que, cuando te hayas inerme, entregado, te vomita en una realidad que, al menos para mí, me ha resultado familiar, terriblemente familiar. Una sociedad fastuosa en apariencia (la correspondiente a nuestro Siglo de Oro), pero mísera, falsa, picaresca, a poco que indagues bajo su máscara. Pasa desapercibida la magistral técnica literaria, la exactitud del vocabulario, la verosimilitud de las circunstancias, ante el sofoco que se va apoderando del lector, por lo que le está cayendo. No tiene piedad José Urbano, abusa del lector. Le das la mano de unos minutos y se apodera de tu brazo, tu mente, tu tiempo… Te arrastra por el lodazal de la España picaresca, pero la de los pícaros de verdad, la de los poderosos, inquisidores, cortesanos… que ocultaban su caspa bajo su brillante capa. Una sociedad en plena descomposición política, moral, a la que una lluvia de acidez artística deja desnuda, aunque todos se empeñen en verla galana y florida. Hay varias cosas terribles que cuesta perdonar a este autor: primero, que exhiba las miserias sociales de nuestro Siglo de Oro, con lo bien que quedaba el rótulo; segundo, que nos arrastre a ellas, que nos manche, que nos haga partícipes de la gran mascarada, que describa aquella sociedad con tanta exactitud, que se confunda con la actual. De tal manera que uno, mientras va leyendo, no puede escapar a la tentación de interpretarlo en clave actual. Ojo con él. Es un manipulador de la realidad. Igual que Goya: le encargan pintar a la familia real y aparecen los infantes con cara de tontos tal cual eran, traicionando así la función del arte como arma publicitaria de su clase dirigente. Uno se entrega a Criaturas del Piripao pensando divertirse a costa del marasmo social de nuestro Siglo de Oro y, poco a poco, va descubriendo que en realidad de lo que habla es de la condición humana, y que nuestro rostro pende sobre los hombros de algún grotesco personaje barroco. Otra cosa más imperdonable es que nos haga reír, ciertamente por no llorar. Pero uno acaba no sólo riendo, sino comprendiendo y, por tanto, amando, indignadamente, pero amando, a estas criaturas infamemente cercanas a nosotros. Pero hay más. Leyendo esta novela uno tiene la sensación de haber estado allí, de que va recordando, resucitando vivencias, como esos sueños que olvidaste y emergen vivos cuando menos lo esperas. Pero lo más imperdonable de todo no es que arrastre al lector al vertedero social de siglos pasados. Con un truco propio de artistas retorcidos, si te descuidas un poco, te hace creer que aquellos mismos personajes son los que hacen que se pudran las mismas estructuras sociales de nuestro flamantísimo siglo XXI. Como si nuestros cortesanos tuvieran que ver algo con los que propiciaron la descomposición social. Como si nuestros clérigos siguieran abusando de niños y de mujeres aprovechando su debilidad económica. Como si nuestros dirigentes culturales mangonearan y dilapidaran desconsideradamente mientras la pobreza se apodera de las capas sociales más débiles. Como si alguien, en plena sociedad civilizada, pudiera instigar el enfrentamiento por motivos religiosos. ¡Hasta aquí podríamos llegar! Una cosa es que nuestro Siglo de Oro ocultara el mangoneo generalizado; que nuestra novela picaresca obviara la picaresca del poder; que clérigos y financieros fueran capaces de inventarse excusas, crisis y leyes para desahuciar a los pobres y apoderarse de sus bienes; y otra cosa es insinuar que eso puede pasar en nuestro tiempo. En fin, amigo José Urbano, he salido estupefacto de la primera lectura, indignado contigo por el espejo que me has puesto delante, pero seducido por esa historia tan terriblemente nuestra. Pienso repetir la lectura porque he dejado muchos asuntos pendientes, entre ellos, estos: ¿por qué me ha dolido tanto este dolor de unos personajes de ficción en un siglo que aparentemente no he vivido? ¿Por qué sé que hay tanta verosimilitud, tanta verdad en esta obra de ficción? ¿Es José Urbano un trovador reencarnado que ha logrado burlar la ley del olvido? ¿Intenta vengarse de nuestras maldades pasadas o más bien de las presentes? ¿Por qué hace tan divertida una historia tan terrible?… Preguntas y más preguntas que, tal vez, no me serán respondidas en las sucesivas lecturas que haré de Criaturas del Piripao. Pero aún así, seguiré en el empeño.

viernes, 11 de marzo de 2011

Un extracto de "Criaturas del Piripao"


El día 21 de marzo me han dicho en la editorial que sale mi novela de la imprenta. Se podrá comprar en cualquier librería de España o en la página web de la editorial (www. edicionescarena.org) Si alguien tiene curiosidad en comprobar el género aquí dejo un pequeño extracto, escogido al azar de las páginas 52 y 53:
Una rama de romero incrustada entre los tablones ahumados de la puerta señalaba el lugar. Don Alvar echó un vistazo a su alrededor y observó lo poco que había cambiado el antro en diez años. El mismo tugurio que vio una de sus últimas correrías en la villa le recibía con un hedor familiar a guisote rancio, cuero sin curtir y bostas de acémilas. Tomaron asiento junto a una mesa larga a cuyo cabo un asiduo del garito dormía la mona. El tabernero, al ver a don Alvar, corrió a saludarlo y apartó el bulto vecino a otro rincón.
-¡Cuánto tiempo sin ver a mi señor por aquí! ¡Bienvenido seáis! ¡Vuestra excelencia siempre tan elegante! ¿Comeréis algún bocado o preferís pasar al apartado de los tahúres para contemplar el juego como solíais hacer antaño? –se desvivía el tabernero por complacer al que había sido durante mucho tiempo uno de sus más distinguidos y viciosos clientes, sin reparar en su desastrado acompañante.
-Escoge lo mejor de tu despensa y sírvenos, Juanote, sin entrar en más pláticas ni más flores. Aquí, mi amigo, necesita que lo provean de carne y miga de pan y no de almodrote de palabrería –cortó Alvar Ansárez las cortesías del simple posadero.
Tras ellos, cuatro arrieros propios del lugar, murmuraban y se sonreían mientras miraban de soslayo al caballero y a su acompañante. La atildada compostura de su librea, las blanduras que lo adornaban y los colores escandalosos de su tez bastaban para provocar las miradas de los asistentes. Además, todos conocían las singulares apetencias de don Alvar y, a pesar de haber estado ausente durante su larga estancia en la Corte, pocos habían olvidado sus correrías de sátiro sodomita. De no ser un caballero principal y poderoso de la Orden de Calatrava, posiblemente las malicias dichas entre dientes hubieran pasado a ser burlas, insultos y, más adelante, mamonas, manteos y apaleamientos.
Entre tanto, Suero se hurgaba las narices con un lienzo y se sonaba sobre él, lo apartaba y lo miraba con mucho espacio, como si en él hubiera perlas preciosas. Don Alvar contemplaba su ensimismado comportamiento, preso de intriga, y se dejaba arrastrar a las fosas sorprendentes de la atracción amorosa. No en vano, pensaba el caballero, dicen que don Amor no se aviene a razones ni mira por la lente de la lógica ni de la estética. Todavía podía llevar hasta su hacienda a hermosos mozos que por un buen yantar y un cómodo lecho se abandonarían a cualquier capricho suyo...

domingo, 6 de marzo de 2011

Última oración (y no es un programa religioso)

Del cartel que tenéis en la foto vamos a sacar la última oración que analizaremos mañana en clase. Cuidado con las coordinadas y las subordinadas de infinitivo y, también, cuidado no con el perro, sino con el que ha escrito este cartel.

jueves, 3 de marzo de 2011

Oraciones de saldo

La ilustración es una alegoría sobre cómo os espero para el examen del martes. Aquí os dejo dos oraciones (las últimas antes del examen). Una ha sido extraída de El amor en los tiempos del cólera, la otra, evidentemente, no. A ver si sabéis cuál es cuál:

-Mientras que vosotros celebráis la festividad de Jueves Lardero en el campo comiendo gachas, yo peno poniendo oraciones para que luego no me hagáis caso en las clases.

-Fue en la primera noche de buena mar, ya en la cama, pero todavía vestidos, cuando él inició las primeras caricias, y lo hizo con tanto cuidado que a ella le pareció natural la sugerencia de que se pusiera la camisa de dormir.

lunes, 28 de febrero de 2011

"El amor en los tiempos del cólera"


Para contradecir la opinión general de los alumnos de 2º que se están leyendo (o no) esta novela, aquí dejo un fragmento en el que se describe el primer encuentro sexual de Fermina Daza con Juvenal Urbino. No se puede describir con mayor sensualidad y fina ironía un momento así. A lo mejor es que hay que vivir mucho más para comprender este libro.

Ella no hubiera permitido que él le tocara ni la yema de los dedos antes de la bendición episcopal, pero tampoco él lo había intentado. Fue en la primera noche de buena mar, ya en la cama pero todavía vestidos, cuando él inició las primeras caricias, y lo hizo con tanto cuidado, que a ella le pareció natural la sugerencia de que se pusiera la camisa de dormir. Fue a cambiarse en el baño, pero antes apagó las luces del camarote, y cuando salió con el camisón embutió trapos en la rendija de la puerta, para volver a la cama en la oscuridad absoluta. Mientras lo hacía, dijo de buen humor:

-Qué quieres doctor, es la primera vez que duermo con un desconocido.

El doctor Juvenal Urbino la sintió deslizarse junto a él como un animalito azorado, tratando de quedar lo más lejos posible en una litera donde era difícil estar dos sin tocarse. Le cogió la mano, fría y crispada de terror, le entrelazó los dedos, y casi con un susurro empezó a contarle sus recuerdos de otros viajes de mar. Ella estaba tensa otra vez, porque al volver a la cama se dio cuenta de que él se había desnudado por completo mientras ella estaba en el baño, y esto le revivió el terror del paso siguiente. Pero el paso siguiente demoró varias horas, pues el doctor Urbino siguió hablando muy despacio, mientras se iba apoderando milímetro a milímetro de la confianza de su cuerpo. Le habló de París, del amor en París, de los enamorados de Paris que se besaban en la calle, en el ómnibus, en las terrazas floridas de los cafés abiertos al aliento de fuego y los acordeones lánguidos del verano, y hacían el amor de pie en los muelles del Sena sin que nadie los molestara. Mientras hablaba en las sombras, le acarició la curva del cuello con la yema de los dedos, le acarició las pelusas de seda de los brazos, el vientre evasivo, y cuando sintió que la tensión había cedido hizo un primer intento por levantarle el camisón de dormir, pero ella se lo impidió con un impulso típico de su caracter. Dijo "Yo lo sé hacer sola". Se lo quitó, en efecto, y luego se quedó tan inmóvil, que el doctor Urbino hubiera creído que ya no estaba ahí, de no haber sido por la resolana de su cuerpo en las tinieblas.

Al cabo de un rato volvió agarrarle la mano, y entonces la sintió tibia y suelta, pero húmeda todavía de un rocío tierno. Permanecieron otro rato callados e inmóviles, él acechando la ocasión para el paso siguiente, y ella esperándolo sin saber por dónde, mientras la oscuridad iba ensanchándose con su respiración cada vez más intensa. Él la soltó de pronto y dio el salto en el vacío: se humedeció en la lengua la yema del cordial y le tocó apenas el pezón desprevenido y ella sintió una descarga de muerte, como si le hubiera tocado un nervio vivo. Se alegró de estar a oscuras para que él no le viera el rubor abrasante que la estremeció hasta las raíces del cráneo. "Calma -le dijo él, muy calmado-. No se te olvide que las conozco". La sintió sonreir y su voz fue dulce y nueva en las tinieblas.

-Lo recuerdo muy bien -dijo-, y todavía no se me pasa la rabia.

Entonces él supo que habían doblado el cabo de la Buena Esperanza, y le volvió a coger la mano grande y mullida y se la cubrió de besitos huérfanos... Ella no supo cómo fue que su mano llegó hasta el pecho de él, y tropezó con algo que no pudo descifrar. Él le dijo "es un escapulario". Ella le acarició los vellos del pecho, y luego agarró el matorral completo con los cinco dedos para arrancarlo de raíz. "Más fuerte" dijo él. Ella lo intentó, hasta donde sabía que no lo lastimaba, y después fue su mano la que buscó la mano de él perdida en las tinieblas. Pero él ni se dejó entrelazar los dedos, sino que la agarró por la muñeca y le fue llevando la mano a lo largo de su cuerpo con una fuerza invisible pero muy bien dirigida, hasta que ella sintió el soplo ardiente de un animal en carne viva, sin forma corporal pero ansioso y enarbolado. Al contrario de lo que él imaginó, incluso al contrario de lo que ella misma hubiera imaginado, no retiró la mano, ni la dejó inerte donde él la puso, sino que se encomendó en cuerpo y alma a la Santísma Virgen, apretó los dientes por miedo de reírse de su propia locura, y empezó a identificar con el tacto al enemigo encabritado, conociendo su tamaño, la fuerza de su vástago, la extensión de sus alas, asustada de su determinación, pero compadecida de su soledad, haciéndolo suyo con una curiosidad minuciosa que alguien menos experto que su esposo hubiera confundido con las caricias. Él apeló a sus últimas fuerzas para resistir el vértigo del escrutinio mortal, hasta que ella lo soltó con una gracia infantil como si lo hubiera tirado en la basura.

-Nunca he podido entender cómo es ese aparato -dijo.

Entonces él se lo explicó en serio con su método magistral, mientras le llevaba la mano por los sitios que mencionaba y ella se la dejaba llevar con obediencia de alumna ejemplar. Él sugirió en un momento propicio que todo aquello era más fácil con la luz encendida. Iba a encenderla, pero ella le detuvo el brazo, diciendo "Yo veo mejor con las manos". En realidad quería encender la luz, pero quería hacerlo ella sin que nadie se lo ordenada, y así fue. Él la vio entonces en posición fetal, y además cubierta por la sábana bajo la claridad repentina. Pero la vio agarrar otra vez sin remilgos el animal de su curiosidad, lo volteó al derecho y al revés, lo observó con tal interés que ya empezaba a parecer más que un científico, y dijo en conclusión "Cómo será de feo, que es más feo que lo de las mujeres". Él estuvo de acuerdo y señaló otros inconvenientes más graves que la fealdad. Dijo: "Es como el hijo mayor, que uno se pasa la vida trabajando para él, sacrificándolo todo por él, y a la hora de la verdad termina haciendo lo que le da la gana"....

...Ella se rio divertida de un modo tan natural, que él aprovechó la ocasión para abrazarla y le dio el primer beso en la boca. Ella le correspondió y él siguió dándole besos muy suaves en las mejillas, en la nariz, en los párpados, mientras deslizaba la mano por debajo de la sábana, y le acarició el pubis redondo y lacio, un pubis de japonesa. Ella no le apartó la mano, pero mantuvo la suya en estado de alerta, por si él avanzaba un paso más.

-No vamos a seguir con la clase de medicina -dijo.

-No -dijo él-, ésta va a ser de amor.

miércoles, 23 de febrero de 2011

"La inmortalidad" de Luis García Montero


Un precioso poema de este autor granadino que conmueve desde la sencillez:

Nunca he tenido dioses
y tampoco sentí la despiadada
voluntad de los héroes.
Durante mucho tiempo estuvo libre
la silla de mi juez
y no esperé juicio
en el que rendir cuentas de mis días.

Decidido a vivir, busqué la sombra
capaz de recogerme en los veranos
y la hoguera dispuesta
a llevarse el invierno por delante.
Pasé noches de guardia y de silencio,
no tuve prisa,
dejé cruzar la rueda de los años.
Estaba convencido
de que existir no tiene trascendencia,
porque la luz es siempre fugitiva
sobre la oscuridad,
un resplandor en medio del vacío.

Y de pronto en el bosque se encendieron los árboles
de las miradas insistentes,
el mar tuvo labios de arena
igual que las palabras dichas en un rincón,
y el viento abrió sus manos
y los hoteles sus habitaciones.

Parecía la tierra más desnuda,
porque la noche fue,
como el vacío,
un resplandor en medio de la luz.

Entonces comprendí que la inmortalidad
puede cobrarse por adelantado.
Una inmortalidad que no reside
en plazas con estatua,
en nubes religiosas
o en la plastificada vanidad literaria,
llena de halagos homicidas
y murmullos de cóctel.

Es otra mi razón. Que no me lea
quien no haya visto nunca conmoverse la tierra
en medio de un abrazo.

La copa de cristal
que pusiste al revés sobre la mesa,
guarda un tiempo de oro detenido.
Me basta con la vida para justificarme.
Y cuando me convoquen a declarar mis actos,
aunque sólo me escuche una silla vacía,
será firme mi voz.
No por lo que la muerte me prometa,
sino por todo aquello que no podrá quitarme.

viernes, 18 de febrero de 2011

Testimonios del Piripao: Felicia, la Asturiana

Algunos personajes que no aparecen en las Criaturas del Piripao han querido dejar su testimonio como conocedores directos de los hechos que se relatan en esa historia mentirosa. La primera en dejar su declaración es la famosa Felicia (de enaguas sueltas y lengua de mil vueltas): Conocí a Suero Láinez en Almente una mañana de octubre, abrazado al laúd, cantando sus coplas de sangre. Lo oí hasta que los rapaces comenzaron a lanzarle con afinada puntería todas las bostas de caballo que encontraron por el suelo. No protestaba la violencia de los muchachos, ni siquiera se dolía de su suerte. (¿A quién se le habrá ocurrido escribir sobre semejante pelele? A algún escribiente de agujereada sesera con seguridad). Era día de mercado, lo recuerdo bien, porque los mozos de los alrededores se acercaban esos días marcado hasta mi putería para refocilarse con mis pupilas y yo debía adecentar las estancias con pomos de olor... Continuará

viernes, 11 de febrero de 2011

Resumen de Criaturas del Piripao

Aquí os dejo un extracto de mi novela (me la publican dentro de dos semanas): Suero Láinez, un vagamundos de menguadas entendederas, llega a una villa castellana a finales del siglo XVI. No son las fantásticas tierras del Piripao las que lo acogen: no encuentra ríos de miel, ni árboles con perdices y palominos, ni balcones de oro, ni fuentes de vino, ni jardines de almíbar y de buñuelos, ni siquiera hallará ninfas en frescas alamedas. Las criaturas con las que se topa son carne de su tiempo, con sus miserias y perversiones: clérigos libidinosos, nobles sodomitas, cómicos de la legua, parteras moriscas, dueñas perseguidas por la Inquisición… Un submundo, muy alejado de la fantasía, que frustrará su nuevo oficio de cronista y alimentará sus desequilibrios. Un viaje a las entrañas de lo grotesco y de la crueldad, dirigido por una sociedad empozada en los lodos de la intransigencia. Un dibujo satírico de final de siglo que, a través del humor negro, cabalga sobre un hecho intemporal: la voracidad insaciable del poder y el estupor del individuo ante sus manejos. Con Suero reiremos amargamente a través del patetismo de su figura y de sus grotescas aventuras, hilvanadas con pespuntes de erotismo y tragicomedia en la hebra de un lenguaje de tonos barrocos.

jueves, 3 de febrero de 2011

Criaturas del Piripao

A finales de febrero, la editorial Carena (Barcelona) me publica mi novela Criaturas del Piripao. El acontecimieto de la publicación del primer libro te somete a una sensación parecida a la de una virgen ante el acto de la desfloración. Es así: el entusiasmo se tiñe de un pudor nuevo. ¿De qué va? Bueno, os remito a la crítica de Laura (2º de Bachillerato A), que se leyó parte del libro, "va de guarrerías...., bueno, no tantas".

jueves, 27 de enero de 2011

Caballero Reynaldo en San Clemente


Dejamos por un momento la sintaxis de lado (ya sé que estáis enganchados al serial, pero hay que hablar de otras cosas). El viernes 28, en el auditorio de San Clemente, toca el grupo de pop-rock "Caballero Reynaldo". Venid a verlos, nos vamos a divertir. Este verano estuvieron de gira europea por París y Berlín y suenan muy bien en directo. Haced una pausa en la apasionante tarea de los estudios. Aquí os dejo el enlace de su página "wes" por si queréis oír su música. http://www.caballeroreynaldo.es/ ¡Ah!, se me olvidaba. Es de mi pueblo, colaboro a veces con él y es hermano de María Luisa. Pero no hay subjetividad en la recomendación.

miércoles, 12 de enero de 2011

Preparados para la recta final


El temario queda como anunciamos al principio del curso, pero no esperéis que las sorpresas acaben aquí. De momento os dejo nuevas oraciones que, como en la primera evaluación, dejaré corregidas en conserjería. No dejéis de daros el último chapuzón en la sintaxis, como hacen estos bigardos que aparecen en la foto.


1. Es tan descoordinada la coordinación de selectividad que siempre nos deja sorpresas de bulto cada año.


2. El verano próximo pienso comprarme un bañador tan sugerente como los que aparecen en la fotografía.


3. Si tenéis aún ganas de estudiar, podéis repasar los temas de la primera evaluación.