Andar, andar, andar tan rápido como uno pueda, como Buster Keaton perseguido por una locomotora, como Charlot delante de los guardias. Andar, andar muy rápido, para llegar a tiempo a la Filmoteca, para ver a Fanny Ardant, a la diosa, a esa mujer extraordinaria. Para disfrutar de lo mejor del cine francés, para derretirse con una musa de setenta años que te cautiva como una muchacha de veinte. Andar, andar muy rápido, trastabillándote en la acera, en el hielo del suelo, soportando el cierzo de la Mancha. Andar para refugiarse en el cine, en el cine de siempre, para dejarse acariciar por la ficción, por una historia romántica, de siempre, con diálogos vigorosos, de compacto argumento, de escenas líricas, sencillas. Andar para disfrutar de lo mejor del cine francés, "Los jóvenes amantes", deliciosa película, donde Fanny Ardant te devora con la mirada y la sonrisa triste de la Gioconda.
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