Jueves Santo y por fin en casa. No pienso moverme de aquí, os lo prometo, aunque me asalten los deseos más acuciantes, aunque los efectos de la telerrehabilitación me trastornen. Voy a amarrarme al sofá con una maroma de barco y nadie podrá sacarme a la calle. Viajaré con la imaginación, como hacen los aficionados a la lectura y al consumo de estupefacientes. Puedo, por ejemplo, contaros qué haría yo hoy si no estuviéramos confinados, cuáles serían las actividades de esta jornada en unas Pascuas normales.
9:00 de la mañana: mi asistenta austriaca me lleva el desayuno y el periódico a la cama.
10:00 de la mañana: me reúno con Shakespeare para arreglar uno de los actos del Rey Lear. No tiene claro si hacer morir a Cordelia o no.
11:00 de la mañana: recibo al camello en mi casa, quien me proporciona el éxtasis y las metanfetaminas que necesito para pasar el día.
12:00 de la mañana: escucho el Ángelus.
13:00: aperitivo en la Posada del Reloj de San Clemente, cañas y tertulia con Javi, Juanan, Joaquina, Conchi, Mª Luisa, Pedro Pablo, Rosa y Luis con los cofrades del Santo Tequila.
14:00 de la tarde: comida en Casa Baltasar de Aliaguilla. Alma pide cochinillo; Eva, solomillo al Idiazábal; Juanan, cerveza; y yo un gintónic.
16:00 de la tarde: tertulia en el café Español de Madrid con Valle-Inclán, Antonio Machado, Lope de Vega, Quevedo, Nietzsche, Juan Luis Galiardo y José Luis Cuerda. Reparto la mercancía.
19:00 de la tarde: concierto de Las Grecas y los Talking Heads. De teloneros, Siniestro Total y Caballero Reynaldo. Reparto los restos del material.
22:00 de la noche: cena en Lavapiés con los que aguanten después del concierto, incluidos los compañeros de Iniesta.
24:00 de la noche: paseo nocturno por el Barrio de las Letras, con paradas en las tascas más oscuras.
El que echa de menos la libertad es porque ha perdido el número de teléfono de su camello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario