Bares de gente derrotada, bares tristes en los que la barra es un reguero de heridos y muertos. También bares en los que el camarero te llama “corazón” e insiste en que te comas la tapa, porque “la mujer te va a reñir si llegas a casa sin comer”. ¡Ay!, la mujer. Y me la he comido.
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