Las palabras llaman a nuevas palabras,
es una obviedad. Palabras
como barcos que surgen de la niebla,
palabras de Alejandro Duque,
anoche en un teatro dorado;
o de Baudelaire,
esta mañana de literatura,
con chicas apasionadas
por el misterio de los versos,
por la sangre de la absenta.
Las palabras llaman a nuevas palabras,
es una obviedad,
las llaman en tropel,
como los venenos desatados
de Baudelaire;
o se susurran,
como las esencias claras y profundas
de Alejandro Duque.
Todos sabemos que no hablaríamos,
que no diríamos versos,
si no los hubiéramos escuchado,
todos lo sabemos.
Pero nadie sabe quién dijo el primero,
quién extrajo la palabra del vacío,
del silencio,
del caos,
de la nada.
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