Ayer me di un golpe recio en la cabeza. No es excusa para lo que me ha pasado hoy en clase o sí. Lo único que pido a las administraciones, de las que tan bien hablo siempre, es que me prejubilen cuanto antes. Hoy, a cuarta hora, he dejado encerrada en la biblioteca del instituto a una chica. ¿Acaso era la alumna indeseable de la que uno se quiere desprender? No. Está muy motivada, es respetuosa y participa en clase con la mayor educación. Y, a pesar de todo esto, la he encerrado en la biblioteca. Por suerte no era la sexta hora porque entonces habría tenido problemas de subsistencia. De los libros no se come, lo sabe cualquier escritor que no sea Pérez Reverte. ¿Necesitáis más razones para echarme? Yo creo que no. Estoy dispuesto a abandonar mi lucha por la educación de los alienados. Echadme por favor. Los buenos alumnos de tercero os lo agradecerán.
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