Anteayer, ocho y media, en casa de Puigdemont:
Puigdemont: ¡Collons, tú!, ¿cuánto hace que nadie habla de mí? Milenios... La gente se va a olvidar de mi pelucón y nadie va a recordar mi heroica efigie de adalid catalán.
Asesor: Es cierto, señoría, que últimamente la prensa no habla mucho de usía, pero estoy seguro de que el pueblo catalán lo tiene siempre presente en sus oraciones, como los españolistas tendrán a Abascal en las suyas.
P: Sí, estaré presente en sus oraciones, pero eso no me sirve. Tenemos que hacer algo. No podemos dejar que nos engulla el ostracismo.
A: Qué bien le están yendo las clases de vocabulario, señoría. Eso de "ostracismo" nunca se lo había oído. Pero espere, creo que tengo una idea para acaparar de nuevo la atención de los medios y para que nuestra fiel masa catalanista se lance a la calle en defensa de la figura eximia de su líder.
P: ¿Ah, sí? A ver, explícame, que tú siempre has sido muy ocurrente.
A: ¿Qué le parece si montamos un viaje, por ejemplo a Cerdeña, nos detienen y así convocamos a toda la prensa europea?
P: ¿Y no será muy arriesgado?, ¿a ver si al final voy a parar a las asquerosas cárceles españolas como el necio de Oriol?
A: Ningún riesgo. Es de primero de Derecho. Avisamos a las autoridades italianas de que va a ir por allí, lo detienen, lo encarcelan y, al día siguiente, lo sueltan. Se monta el pollo en los medios. Aseguramos unas manifestaciones catalanistas, que están bastante apagadas desde hace un tiempo, tomamos el sol, relanzamos su brillante figura de héroe inmarcesible de la patria catalana y reivindicamos la independencia y el fuet Tarradellas.
P: Oye, tú, collonut. Que echo mucho de menos el sol y el calor de la masa, nen, que no sé vivir sin mis fieles. Un héroe, un nuevo Moisés, no puede estar todo el día entretenido con el parchís y la Play. Nosotros necesitamos el vocerío de nuestros fanáticos y ellos se alimentan de la luz de su líder. Esperan a alguien que les separe las aguas, a mí. ¡Prepárame la maleta!
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