Como estupendos idiotas que somos, solemos arremeter contra las leyes de
educación para eximirnos de nuestra responsabilidad como docentes y esgrimimos,
con mucha convicción, erratas, errores, faltas ortográficas y solecismos
gramaticales de los alumnos para argumentar lo mal que está la educación y lo
mal que nos tratan nuestros políticos, culpables de todas las penurias
académicas que nos asuelan. En particular, es casi un lugar común nombrar a la
LOGSE como el principio de todos los males. Yo mismo lo he practicado. De hecho,
hace poco publicaba una entrada quejándome de la voracidad de la gente de la
ESO. Pues bien, hoy, una alumna de 3º de ESO, para contradecir a toda esta
caterva de predicadores contra la enseñanza moderna (entre los que algunas veces
me he incluido), me ha entregado voluntariamente unos poemas que ha escrito. No
la conozco apenas, ni siquiera se puede decir que tenga esa influencia
perniciosa del culto al profesor porque acabamos de empezar las clases. La
calidad de su poesía (3º de ESO) sobrepasa con mucho cualquier cosa que haya
escrito yo. Es espontánea, natural, sincera, profunda, sencilla. Ha escrito
poesía sin saber que es poeta de los pies a la cabeza. Sí, es una excepción,
claro, por supuesto, como era una excepción cualquier alumno que en mi época se
interesara por la literatura (me remonto a los años ochenta, antes de la LOGSE).
Sí, es una excepción, pero haciendo una revisión rápida, conozco más excepciones
de los alumnos de la ESO que de alumnos de BUP y COU, con mucha diferencia. El
tiempo, ya lo sabéis, es un gran Photoshop, restaura el pasado más catastrófico.
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