Todo esto me pasó en vísperas de Año Nuevo:
En menos de una semana rompí la pantalla del móvil, las gafas de leer, un músculo que al parecer me unía el gemelo con el tobillo y unos calcetines recién estrenados. Todo esto a punto de comenzar el año: sin gafas, sin móvil, sin pierna y sin calcetines decentes. ¡Menuda putada!, no podría felicitar a la gente por guásap, ni leer sus imprescindibles mensajes, ni apuntarme al gimnasio, y tampoco podría descalzarme en público.
He podido comprobar que el paso del tiempo lo arregla todo, salvo las ganas de ir al gimnasio. Por supuesto, lo que más eché de menos fue no poder descalzarme en público.
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