25 de octubre de 2022
Beber y beber hasta perder el norte, hasta abandonar la realidad, hasta el punto de que a las nueve sacas el móvil y estás a pique de llamarla, para decirle que mañana volverás a casa, que no se preocupe, que no has bebido mucho (mentira), que al llegar harás la comida, que sacarás a la perra, que tenderás la ropa...; pero no, en seguida, a pesar de la embriaguez, la realidad te abofetea, recuerdas que no vas a volver a ningún sitio, que nadie te espera, que ella no estará para recoger tus despojos, que ya nadie te recriminará ser tan crápula. Y oyes los versos de Cernuda, tan vivos, tan hirientes como nunca, "libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin sentir un escalofrío..." Beber y beber hasta no ser uno mismo. "Embriagaos", sigo a Baudelaire, "de vino, de belleza, de cualquier cosa, pero embriagaos". Y luego, durante la resaca, el día es más gris; la noche, más oscura; el viento, más frío; las habitaciones, más estrechas; el abismo, más insondable. Y octubre, más grave.
No hay comentarios:
Publicar un comentario