Sacarme cera de los oídos con la uña del meñique; dejar que la perra me lama los pies; leer en la cama a Miguel D´Ors, a Marta Sanz, a Scurati, a Rachel Cusk, a Lope, sin límite de horario, hasta que el cuello empieza a doler; dormir, dormir, dormir; beber sin ninguna moderación; mirar las montañas; ver películas de directores con apellido impronunciable; aparcar el móvil; aparcar el coche; aparcar el tráfago de los días; buscar la sombra, esconderme del calor; andar en pelotas por la casa; escuchar grupos de música alternativa que me recomienda mi hija; comer con Eva en todos los restaurantes del mundo menos en el Bohío; envidiar a las montañas y a mi perra; no afeitarme; no pensar; evitar los informativos, las muchedumbres y la playa; escribir sandeces como esta... Son infinitivos que voy a perder a partir de septiembre, el mes de los gerundios. Evita los gerundios, siempre los utilizas mal.
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