En El hijo de César de John Williams leo el texto siguiente, puesto en boca de Livia, la hija del emperador Octavio Augusto: "Atenodoro y yo solíamos hablar acerca del desdén que los romanos sentían por cualquier tipo de aprendizaje que no condujera a un fin práctico, y me contó que en una ocasión, más de cien años antes de que yo naciera, se había promulgado un decreto en virtud del cual se expulsaba de Roma a todos los profesores de literatura y filosofía, pero que no pudo hacerse efectivo". Es decir, en el siglo II a. C., los romanos ya intentaron deshacerse de las humanidades en las escuelas en favor de una enseñanza de las tecnologías y las ciencias prácticas. La polémica de la paulatina desaparición del griego y del latín en nuestros institutos no es nada nueva. Esa idea empresarial y pragmática que se intenta imponer en detrimento de las humanidades ha estado siempre presente en el entorno escolar. Yo, por supuesto, quiero seguir enseñando veleidades que no sirvan para nada.
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