Las redes sociales son muy peligrosas, se hacen con nuestros datos y los emplean con fines perversos. Lo acabo de leer en varios artículos de prensa. Yo esto ya lo intuía y, por eso, desde que empecé a utilizar Facebook, Guásap y otras redes sociales, miento tanto como puedo. No, hermosos, no. No me gusta leer. No me acuerdo del último libro que abrí, ni siquiera sé cómo se hace. Por supuesto, no soy profesor de literatura, ni he escrito nunca otra cosa que no sea la nota para ir a la compra. Tampoco tengo 104 años, como se dice en Facebook, ni siquiera soy hombre.
Y por qué me sincero ahora, pues porque tengo a la policía a la puerta de casa y voy a ir a la cárcel sin remisión. He robado varios bancos, he secuestrado mascotas y me gusta la necrofilia (con muy poco éxito, tengo que decir). Ya no me importa nada revelar mi verdadera identidad, además, estaba harta de fingirme una persona distinta a la que muestran mis redes sociales (seguro que a vosotros también os pasa). En cuanto podáis, sinceraos, sienta muy bien. Es una liberación tremenda.
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