Una estupenda sorpresa esta novela antibelicista de 1961, Trampa 22, de la que recientemente se ha hecho una serie de televisión.
Estamos en 1944. Un escuadrón de bombarderos norteamericanos se aposta en el norte de Italia para ayudar en el avance contra los alemanes. Con esta situación, se podría esperar una historia de héroes, a imagen de las muchas películas americanas en las que se ensalza el espíritu patriótico y el ardor guerrero. Nada más lejos. Los protagonistas de Trampa 22 no son héroes ni soldados ejemplares. Algunos muy cobardes, otros despreciables, los mandos especialmente rastreros, intentan escapar del frente cuanto antes o aprovecharse de las circunstancias por interés personal. Muchos de ellos están locos o se han vuelto locos a causa de la guerra. Empezando por el protagonista, Yossarian, empeñado en volver a casa cuanto antes porque todos están empeñados en matarlo. Yossarian se declara loco porque sabe que a los locos se los devuelve a casa, pero no cuenta con la "trampa 22", que consiste en que si tú te declaras loco, quiere decir que no lo estás y, por lo tanto, no te devuelven a casa. Y si no te declaras loco, no te pueden devolver a casa porque nadie sabe que estás loco.
De esta manera, entre el absurdo, el humor negro y el sarcasmo continuo, se desarrolla esta desternillante novela. Yossarian es una especie de soldado Schweik, que fracasa en su intento de volver a su país porque los órganos de poder se comportan de forma todavía más absurda que él mismo.
Los diálogos que Heller inventa para sus personajes se mueven entre Groucho Marx y Franz Kafka. El grueso de personajes que deambulan por la novela son un producto estrafalario de las absurdas convenciones sociales o de la propia guerra: Joe el Hambriento, el comandante Digno Coronel (al que nombran comandante para reírse de su nombre), el jefe indio "Avena Loca", el doctor Danika, Moli (el intendente que monta un monopolio internacional), el muerto de la tienda de Yossarian, el capellán anbaptista que no cree en Dios, las putas, las enfermeras, los coroneles y los generales estrafalarios... La indecencia, la falta de escrúpulos y los comportamientos extravagantes nos ofrecen un panorama bélico opuesto a la idealización del buen soldado. Una obra original, divertida, sangrante, una sátira moderna de la guerra y de las patrias, que fue escrito allá por 1961.
Algunos fragmentos:
Palabras del jefe "Avena Loca", "El racismo era algo terrible, Yossarian. De verdad. Es terrible que traten a un indio leal como Dios manda como a un negro, un italiano, un judío o un portorriqueño".
-"Orr estaría loco si empieza más misiones y cuerdo si no las cumpliera, pero si estaba cuerdo tenía que rechazarlas. Si las realizaba estaba loco y no tendría que hacerlo, pero si no quería estaba cuerdo y tenía que hacerlo".
Reflexiones de Yossarian: "Lo único que había descubierto en favor de la guerra consistía en que pagaba bien y libraba a los niños de la perniciosa influencia de sus padres".
Descripción de un compañero de escuadra de Yossarian: "Era un imbécil muy serio, muy sincero y concienzudo. Era imposible ir con él al cine sin verse envuelto después en una discusión sobre la empatía, Aristóteles, los universales, los mensajes y las obligaciones del cine como manifestación artística en una sociedad materialista".
-"Algunas personas nacen mediocres, otras alcanzan la mediocridad, a otras se la imponen".
-"En la universidad estatal se tomó los estudios tan en serio que los homosexuales sospechaban que era comunista y los comunistas que era homosexual".
-"Al sargento Towser no le interesaban ni la guerra ni los ascensos. Le interesaban las cachimbas y los muebles Hepplewhite".
Dice Yossarian: "A un muerto le da exactamente igual quién gane la guerra".
Joe el Hambriento grita mientras duerme el siguiente diálogo: "-No os importa mataros de una borrachera ni ahogaros, ¿verdad? -Con tal de que no nos matemos en un avión".
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