El botones Sacarino
se quita el uniforme rojo
y lo guarda con cuidado
en el armario.
El botones Sacarino
recibe a las hermanas Gilda,
una detrás de otra.
Folla con ellas
y le dejan en la mesita
de carboncillo
dos billetes de mil pesetas.
Estaba cansado de gastar
zapatos, de acarrear cafés
y de observar la vida
desde fuera.
El botones Sacarino
recibe a doña Urraca
en su habitación de
la calle Rúe del Percebe.
Sufre un gatillazo,
"cáspita",
y, frustrado, se decide
a volver a la oficina.
El botones Sacarino
es un "pringao"
de dos dimensiones
y lo peor es que él lo sabe.
Sus perversiones
no las conocerá
nadie.
Tampoco
su ropa interior.
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