El olvido
La suavidad del olvido
es de lluvia limpia.
Cuando la sientes,
su tacto es de aire
sin aristas,
un leve morir
que rejuvenece.
Olvidar es lavar
los trapos de la memoria
y afeitar el rencor
para amanecer nuevo
en la acera,
sin hedores rancios,
sin barba de dos días,
con la piel suave,
limpia,
agradecida al aire que la refresca.
El olvido es tan liviano
como una gota de sangre
transparente.
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