El complemento directo preposicional es una
peculiaridad del español que ha sido objeto de numerosos intentos de
sistematización y cuyo origen se podría encontrar en la confusión con el dativo
por una necesidad de nuestra lengua de distinguir lo animado de lo inanimado,
emparentado en este aspecto con el leísmo. Se da de forma generalizada la
formación del complemento directo de persona con la preposición a y
sin ella, como en latín, el de cosa. Sin embargo, esta regla general presenta
numerosas excepciones y vacilaciones, de modo que es posible encontrar
contraejemplos en todas las pautas. La mayoría de las gramáticas y manuales
recogen una serie de normas que vamos a tratar de resumir y considerar a
continuación:
– Llevan
siempre la preposición “a” los nombres propios de personas y
animales:
¿Ha visto usted a Mistetas?
Al ser Mistetas nombre propio de perro lleva
preposición, no así, como norma general, en el caso de que el complemento
directo designe una cosa inanimada:
¿Ha visto usted mis tetas?
N.B. Como vemos, aunque se dé homofonía entre
los sintagmas nominales «Mistetas», nombre propio, y «mis tetas», nombre común
de cosa, no debería producirse un error de interpretación entre ambos conceptos
en una hipotética conversación.
– Los
nombres comunes de personas y animales, generalmente, llevan preposición cuando
van precedidos del artículo u otros determinantes que los identifiquen.
¿Ha visto usted al perro? / ¿Ha visto usted a
mi perro?
En el caso de nombres comunes de animales,
dependiendo del grado de afectividad entre el hablante y el animal se puede o
no usar la preposición. Por esta razón es más frecuente su uso con animales
domésticos. De igual modo, existe un mayor grado de identificación usando el
determinante posesivo que el artículo, lo que implica un uso más frecuente de
la preposición ligado al primer caso.
– No la
llevan cuando no son identificables, bien por ir sin determinante, bien por ir
precedidos de un u otros indefinidos. Con un/una se dan numerosas
alternancias dependiendo del grado de identificación:
¿Ha visto un perro?/ ¿Ha visto a un perro?
La primera pregunta se refiere a cualquier
perro y la segunda a uno en particular, el que se llama Mistetas, pero en esta
ocasión el emisor o emisora opta por omitir este dato para evitar
malentendidos.
– Como ya
habíamos visto, los nombres de cosa no llevan “a” como norma general,
pero sí en el caso de que exista personificación.
¿Ha visto usted a mis tetas?
En este punto nos tenemos que plantear si el
complemento directo «mis tetas» podría personificarse de tal modo que, al
construirse con preposición, diera lugar al equívoco de marras. En rigor y como
recurso estilístico, sin duda. ¿Sería cuestionable la gramaticalidad de la
frase He visto a Dolly Parton y a sus tetas? No si lo que
queremos expresar es la importancia individualizada de ambos complementos
directos. Así pues, se podría dar el enunciado y por tanto existe una
posibilidad de confundirse con el primero.
En realidad esa posibilidad es bastante
remota, pero estamos hablando de un contexto muy permisivo en el que un perro
se llama Mistetas.
Esta historia perruna nos ha servido de
subterfugio para repasar algunas de la numerosas pautas de comportamiento de
este caso —que sería absurdo relatar aquí existiendo ochenta y una páginas de
la Nueva Gramática de la RAE dedicadas a ello— y espero que sirva
también para invitar a divagar sobre algo mucho más sugerente que las normas:
los mecanismos de construcción del lenguaje que manejamos en virtud de nuestra
necesidad de expresar ideas, en este caso la singularidad. Cuanto más
personificado es el complemento, mayor exigencia de la preposición hay,
produciéndose una jerarquización de factores en lo alto de la cual estaría el
nombre propio de persona, mientras que a mayor cosificación, menor presencia
de a.
También intervienen otros factores como la
naturaleza del verbo: si funciona normalmente con un complemento directo de
persona, implica al de cosa y viceversa. Por ejemplo, «saludar» suele funcionar
con persona y cuando se usa con nombre de cosa, por influencia del contenido
semántico del verbo, es habitual que lleve preposición. Se intuye aquí la misma
causa psicológica que ya señalábamos: la necesidad de diferenciar personas de
cosas.
En definitiva, existe una amplia libertad de
elección de poner o no preposición según la abstracción que realice el hablante
y numerosas combinaciones entre los factores que la determinan. Un tema
interesante para la gramática descriptiva e inabarcable para la prescriptiva.
Se dan tantas variantes que es imposible normalizarlas todas. Pero me gustaría
verlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario