“EL
MONARCA Y LA ESLAVA”
Ecos
de erotismo aéreo
(A la manera de Valle)
(En el jet privado de Iberia,
una noruega de escarnio [bíceps de mancuerna, blonda y resuelta] se calza los
zapatos de tacón junto al soberano de las Españas. Mete la mano el monarca en
la trasera del pantalón crujiente de la ninfa eslava).
El monarca hurga y husmea,
con trompa de oso hormiguero
baja su hocico y babea,
el dedo enreda en el cuero,
sube el canal de la nalga
arrastra torpe la uña,
se finge ofendido y habla,
gangoso, mete la cuña:
-MONARCA: Niña, ¿no llevas el
tanga?
-LA ESLAVA: Se perrdió en la
rrefrriega.
-MONARCA: ¡Quiá!, lo llevo en
la manga.
(El soberano se estrangula a sí
mismo en el intento de sacarse la guerrera, suenan los medallones chocando
contra el cristal de la ventana. Enseña por fin la braga y la entrega a la ninfa con
mano sudada y cara de escualo).
LA ESLAVA: ¿Sabéis que casi me
llega?
MONARCA: Debe de ser la cadera,
es de platino del bueno,
eso
dijo la enfermera.
LA ESLAVA: Si es de orro me
entrra de lleno,
solo le
falta el metal
en lo blando de su verrga
y medio
kilo de zotal,
parra rrociarr el esperrma
de Su Excelencia…
MONARCA: ¿Y para qué tanta
purga?
LA ESLAVA: Ya sabe su señoría,
cuando está hurrga que te
hurrga
su bicho en la porfía…
MONARCA: No te entiendo, rica
mía.
LA ESLAVA: ¡Que salen los hijos
lelos!
MONARCA: No lo dirás por mi
tía,
ni tampoco por mi abuelo.
(Llegan las azafatas, bandeja de
plata con riego de güisqui escocés y pipermint de garrafa).
MONARCA: Deja que me beba esto
y verás que no hacen falta
metales “pa” echar el
resto
y aunque me vengas muy alta
te espoleo…
(Tintinea el hielo en la copa
real de pipermín de garrafa y tiñe de tabaco el vaso el escocés de la ninfa).
LA ESLAVA: Brravo es mi rrey de
palabrra.
(Le palpa el buche con el
pipermín en bochinche y una lágrima verde le recorre la barbilla).
MONARCA: De palabra y de
cintura.
(Se levanta el soberano con
chirrido de metales y bamboleo de tronco).
MONARCA: Echa a estos que te
abra.
(Se corre un telón en mitad del avión
y se esconden tras él las dos azafatas y el secretario).
ESLAVA: No sé yo si a esta
altura
su excelencia tendrá empuje.
La presión es enemiga
de todo lo que os cruje
como el viento de la espiga.
(El soberano piruetea en el
pasillo con los pantalones por las corvas y los calzoncillos lacios. Cae de
bruces sobre el suelo y gime como un infante. La ninfa lo recoge y le besa la nariz
de berenjena, que le sangra y le tiñe de azul los labios de mentecato).
LA ESLAVA: No llorre mi buen monarrca,
la niña de las Norruegas
le
darrá frriegas de marrca
y un besito en las talegas.
(La ninfa cura su herida y besa
el calzoncillo blanco del monarca que trina metálico como una maraca de acero.
El telón se abre y las azafatas y el secretario asisten conmovidos a la escena
de un rey en pañales que gime desnarigado con labios en sus genitales).
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