Cayó ella, la divina Dolores, del cielo, como una Virgen en asunción inversa. Ya lo decía Alberti, "se equivocó la paloma". También se equivocan los buitres.
Llegó recién ungida por los votos de sus adoradores, prendados de esa melena lacia y de esa naricilla de perdigón que encantaba a los pervertidos. Bajó de los cielos para salvarnos de la consciencia. Todos sus votantes esperaban el milagro de su Dolores, recién llegada a la Tierra para distribuir la riqueza de nuevo y dejar las cosas como estaban. ¿Para qué queríamos los pobres perdurar en este valle de lágrimas? ¿Para qué gozar de médicos que curaran nuestros males y de hospitales donde aliviar nuestro padecer? ¿Para que extender nuestro sufrimiento? Ella, la divina Dolores, puso un fin drástico a tanta enfermedad alargada: "Fuera hospitales, morid dignamente en casa y contemplaréis el Paraíso del que yo vengo cuanto antes, pues de los pobres es el reino de los cielos, el de la Tierra dejádnoslo a nosotros". ¡Palabra de diosa!, te alabamos Dolores y te besamos humillados los pies.
Y bajó de los cielos y comprobó que la enseñanza era una losa para nosotros y nos alivió de nuestro pesar. ¿Para qué conocer, para qué saber, para qué instruirnos?, el ignorante lleva la felicidad en el carro que arrastra y nada hace mejor a un hombre y más útil que papar moscas con la lengua. Te adoramos, oh Dolores, gracias por llevarnos a la idiotez, donde tanto gozo hallaremos.
Y nombró Dolores a sus santos e hizo de su corte divina una "troupe" de saltimbanquis, titiriteros y economistas. Ellos nos llevarían al Paraíso en la Tierra, ellos, los herederos de Tonetti, de Fofó y de Keynes. ¿Para qué necesitaban de sabiduría los que nos tenían que regir si la divinidad todo lo puede? Para despojarnos de la salud y de la educación que nos estaba haciendo tan infelices, era suficiente con el Bombero Torero y sus enanos rejoneadores. Ellos nos dirigen y nos administran, ellos procuran que haya más alumnos por clase, que haya menos profesores, que no dispongamos de dinero, que dejemos a los futuros fieles sin nada en el cerebro con que pergeñar falsas ideas propias o criterios apartados de lo establecido. ¡Qué felices serán cuando mayores!, ¡qué fortuna no tener que pensar por uno mismo, qué placer tener una sola luz a la que seguir, la de nuestra inmarcesible Dolores! Ha costado algunos puestos de trabajo, es cierto, se han lapidado esperanzas de mucha gente, todos lo sabemos, pero cómo no hacer este gran sacrificio para criar unas nuevas generaciones que serán dirigidas con mano firme por los elegidos, que ya no tendrán que cuestionarse su condición, que sabrán con seguridad a quién servir.
Para iluminarnos bajó de los cielos, con su falda de tubo y su traje chaqueta. Loemos a la Dolores y a su corte de payasos y titiriteros. Apuremos la vida sin hospitales, aspirando el aire del que sabe que va a morir en la lista de espera. Dejad que los muchachos se acerquen a ella y los unja con su dedo divino y con su facilidad de palabra. Apartad de ellos la Filosofía y recluidlos en su ignorancia para que disfruten del placer de las ovejas.
Yo la he visto con su mantilla negra y su peineta, la he visto con su luto recatado, la he visto y me ha mirado, hoy creo en Fofó.
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