Siempre la muerte se presenta con sombrero,
siempre es necesaria la etiqueta en los cócteles,
beber gin tónic en conos invertidos
a pequeños sorbos
para no manchar con sangre
la orilla de los vidrios.
Siempre los epílogos son más solemnes que los prólogos,
por eso la comedia no se entiende,
porque no se muere;
solo los niños y los adolescentes
ríen enganchados a sus consolas
y a sus besos de tornillo.
Con capa y con sombrero se presenta la muerte,
con un aroma rancio de jofaina y de orinal
nos ofrece suspiros de almendra
y una máscara inapropiada de histrión.
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