sábado, 23 de febrero de 2013

FOTOMATÓN VI "La soledad y el cirujano"


Sexta entrega de "Fotomatón". En esta ocasión les toca el turno a las alumnas de 2º de Bachillerato B, Alba García y Anabel García. También dejo la fotografía que debe inspiraros y un poema mío de ejemplo, más bien de mal ejemplo porque la mirada de esta niña rompe todos los cristales y todas las palabras:

El relato de Anabel García:

Los días, las semanas, los meses, iban pasando y él no volvía a casa, pero su pequeña nunca se rendía. Él se había marchado a la guerra tres meses atrás, se había despedido con un “hasta pronto”, pero su día de regreso nunca llegaba. La niña veía todas las horas del día pasar frente a esa ventana, y cada segundo su mirada perdía un brillo de esperanza por volver a verlo con vida. No hacía caso a nadie, a su madre, a sus hermanas, a nadie. Estaba sola, lo sabía, nadie creía que su padre volvería a casa. Pero ella era fiel a su palabra, le prometido a su padre que lo esperaría, y ahí estaba, esperando lo inesperable. Las semanas continuaban pasando, llegaban noticias de que la guerra estaba terminando, los soldados iban muriendo, su país iba perdiendo y nadie quería ir al campo de batalla, la guerra estaba acabando con las esperanzas de toda la población, menos con las de esa niña. Ya había pasado un año, la niña no se había separado de esa ventana, crecía, vivía y soñaba embobada en ese cristal. Pero un día, cuando nadie lo esperaba su padre regresó, ella fue la primera que lo vio, asomada a esa ventana, cuando la recibió con un abrazo ella le susurró: “Te he estado esperando asomada a esa ventana, tal y como prometí”. 

El poema de Alba García:


Tétrico paraje, oscura bruma,
te observo desde dentro,  grande luna.
Ojos cerrados, mirada oscura.
Aquí espero abandonar,  locura.
Lo de fuera es solo  espejismo
por eso mi propósito es destruirlo.
Pasiones desgarradas recorren mi mente,
mas lo hecho, hecho está,
y no puede retraerse.
Lamentará haberme hecho daño
pero para entonces ya todo habrá acabado.
Te observo, grande luna, desde  dentro
pero no será ya por mucho tiempo.

Y el mío:


Cuando la soledad me abraza
y me mece en su indolencia,
paro a contemplarme
y la mirada huye
hasta situarse frente a mí.
Mi mirada es de otro, de un
cirujano cínico que,
con agudo bisturí,
analiza mis pasiones
y mis odios,
lava mis tripas bajo el grifo
de la burla,
rasga la piel hasta desangrarme
en insignificancia.
Me hiela su mirada...
Cuando el pitido del electro
ya no fluctúa,
me lanzo contra el médico desalmado,
lo engullo,
y salgo a la calle
en busca de refugio.

lunes, 4 de febrero de 2013

Propuestas de regeneración cívica desde un blog gallego con BILIS

Desde este blog gallego:
Propuestas de regeneración cívica desde la escuela partiendo de estrategias que combinan literatura, historia y actualidad se hace una propuesta de trabajo académico para reflexionar sobre la corrupción y sus miserias. Os dejo un extracto del artículo:


Para eso podemos echar mano de lo aparecido diariamente en los medios de comunicación y hacer un ejercicio de lectura y análisis crítico de lo ofrecido desde la literatura, desde las páginas del análisis histórico y desde las portadas, las pantallas y los twits. Como buscar citas en el Lazarillo, el Buscón, el Quijote o La familia de Pascual Duarte es un camino habitual y accesible, incluso desde las páginas de los propios libros de texto, ofrezco a continuación una cita de una obra de José Urbano Hortelano, escritor manchego y compañero docente, tituladaBilis y publicada en junio de 2012. En el fragmento, a manera de reflexión retrospectiva,  el protagonista analiza la actitud colectiva de todos los trabajadores de Sucesores de Casto Garcés, un almacén de venta al por mayor y al detall durante la postguerra:
Mucho tiempo después, al ver los análisis económicos de aquellos años, caí en la cuenta de que no hacíamos nada del otro mundo: la España de la autarquía sobrevivía así. El almacén no era un negocio que funcionara por el bien común, sino un gallinero sin bardas, abierto al saqueo de los zorros que gobernaban el corral. Cada uno de los socios robaba lo que podía y utilizando el ingenio del que disponía: unos se quedaban directamente el dinero que cobraban, otros se ponían de acuerdo con los compradores para falsificar las facturas, muchos birlaban alimentos que luego revendían en el mercado negro… Ninguno de ellos recriminaba nada al de al lado porque todos actuaban guiados por los mismos vicios: la angustia del hambre, la codicia y la mala intención. Un pacto tácito provocaba momentos cómicos como el de aquel socio que, con el guardapolvo totalmente empapado por la grasa de un pedazo de tocino que llevaba en el seno, salía del almacén por la puerta principal, a la vista de todos, sin que nadie pareciera advertir el rastro que iba dejando a su paso. La torpeza no acabó ahí, Emilio Poves cayó al suelo, después de resbalar con la grasa que de él mismo rezumaba. La pieza de tocino se le salió por debajo del guardapolvo. Hasta el mismo don Ramón Servil se acercó para levantarlo e ignoró el usufructo del hurto. Todos callaban, pensando, si tú te llevas el tocino, yo mañana me llevaré el magro y a mí por lo menos no me chorreará por las perneras del pantalón.
El fraude era el marchamo de la casa, grabado con lacre en la actuación de los dependientes, y eslogan sin letra de molde de Sucesores de Casto Garcés: para sacar mayor beneficio y burlar a la Fiscalía de Tasas (que regulaba los precios de los productos de primera necesidad), se sangraban con ganchos los sacos de arroz y de azúcar; los de 60 kilos pasaban a ser de 58. Luego, el tendero al que se le vendía la mercancía, también hacía su propia sangría, con lo que el kilo de aquellos años de racionamiento posiblemente no llegara a 800 gramos. Nadie sabía de estos manejos, nadie hablaba de ellos, pero se hacían de forma tan escandalosa que a veces provocaban la vergüenza silenciosa de los que pasábamos por allí y contemplábamos las prácticas fraudulentas.

domingo, 3 de febrero de 2013

FOTOMATÓN V: "Un poema de amor"

Ya tenemos aquí las dos nuevas composiciones de "Fotomatón". En esta ocasión, un soneto de Victoria Cuélliga (2º de Bachillerato B) y un relato de Ainhoa Montoya (2º de Bachillerato C). Dos ejemplos muy distintos (uno, un poema en formato clásico; otro, un relato melodramático) sobre un mismo punto de referencia.

El soneto de Victoria:

Nunca una ventana fue tan deseada
en aquel roído callejón de olvido,
mas, ¿qué olvido? Soy yo a ti adherido
y eres tú, dulce locura soñada.
Bendito magnetismo de nuestros labios,
bendito por unirme a tal fortuna,
pues no la sentí, como a ti a ninguna,
mas el amor no entiende de horarios.
Jamás envidié tanto a una ventana,
pues ella te ve amanecer, anochecer…
Y vuelvo a odiarla así, por ser tan lejana.
Ahora ella parece desaparecer,
despierto junto a ti cada mañana,
y mi único deseo es allí perecer.


El relato de Ainhoa:

Todo comenzó cuando James empieza a trabajar en la fábrica del padre de Annie. En el primer momento en que la vio supo que esa chica rubia con ojos claros sería una persona importante para él en un futuro. James era un hombre de 25 años, de familia humilde. Annie, dos años menos que James, de familia importante y privilegiada la cual quería casar a su hija con un hombre adinerado. Ella no era de ese tipo de personas, ella veía mas allá de las clases sociales de la época. Y así pasó cuando vio a James. Poco a poco empezaron a conocerse, a hablar más a menudo, siempre a escondidas de su padre. A las pocas semanas James y Annie comenzaron una relación, se querían muchísimo hasta el punto de hacer lo imposible el uno por otro, vaya que si lo harían.
Los padres de Annie empezaron a buscar un marido para su hija y Annie vio que llegaba el momento de arriesgarse y hablarles de su relación con James. Sus padres siempre estuvieron en contra de dicha relación y no querían verlo ni que se les relacionaran con él, pero veían a su hija feliz, y eso es lo que les importaba.
Después de un año, Annie se puso enferma. Empezaba a quedarse ciega poco a poco y tenía unos fuertes dolores de cabeza. Sus padres no podían con esa situación y buscaron a los mejores médicos para operarla, pero ninguno se arriesgaba a ello por la complicación que acarreaba. Por otro lado, James se sentía fatal, inútil al no poder hacer nada por el amor de su vida. Se armó de valor y se fue a Estados Unidos después de haber trabajado mucho y conseguir dinero para estudiar medicina y poder ser él quien operara a Annie. Para él fue todo un reto ya que por la muerte de sus padres no pudo tener un buen nivel de estudios. Después de mucho sacrificio y de intentos fallidos hasta que consiguió su propósito, se sacó la carrera y se especializó en oftalmología siendo una eminencia en ese campo. Cuando volvió, el padre de ella no quería poner a su hija en manos de James, pero se enteró del reconocimiento por parte de otros médicos. Finalmente fue él quien operó a Annie. La operación fue todo un éxito y viendo al esfuerzo y el amor que tenía por su hija, los padres le aceptaron como un buen marido para su hija.
La historia de James y Annie fue un ejemplo de superación, no hay límite para el amor y éste te hace hacer cosas que jamás podrías llegar a imaginar. El amor todo lo puede.