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martes, 18 de agosto de 2015

Reliquias paganas: la miel helada de Lorca


En las profundidades del barrio del Albaicín, donde se ve a la tarde engullir a la Alhambra con parsimonia, podemos visitar en cualquiera de los cármenes que lo jalonan, una reliquia que no tiene parangón: la miel helada que nos dejó Lorca. Si os acercáis por allí, si os perdéis por sus callejas estrechas, si tenéis la ocasión de torceros los tobillos en su empedrado, podréis disfrutar a la caída del sol de esa deliciosa reliquia. Desde el mirador, el sol se derrite y se convierte poco a poco en una dulce placer que abruma a los labios hasta hacer estallar los ojos. Es la sabrosa imagen que Lorca dejó sobre el horizonte granadino, su miel populosa y melancólica. Lástima que se helara, que se quedara congelada un día como este en los cielos de Granada, aunque eso sirviera para conservar una reliquia que no hace falta visitar en las iglesias ni en las criptas ahumadas por la superstición. Sus propiedades: delectación insana por el amor y la muerte.

viernes, 14 de agosto de 2015

Reliquias paganas: el braguero del Caballero del Verde Gabán


En esta segunda entrega voy a ensalzar las propiedades mágicas del braguero de don Diego de Miranda (el Caballero del Verde Gabán, como lo llama don Quijote). Este personaje se encuentra con nuestra pareja de aventureros en la famosa batalla del león, cuando el hidalgo manchego cambia su apelativo de "Caballero de la Triste Figura" por el de "Caballero de los Leones". Lo lleva a su casa y le presenta a su mujer y a su hijo poeta. El resto de carne momia -como diría el de los Leones- de una de las gomas del braguero se guarda con celo, como no podía ser de otra manera en la ciudad de Villanueva de los Infantes. Cuentan los más allegados a la reliquia que uno de los guardas llegó a hacerse una infusión con una de las gomas y fue tanto el beneficio erótico obtenido que nunca más se supo de ella. Al parecer, el guarda parecía siempre dispuesto a la brega amorosa y murió encalabrinado a las puertas de una casa de placer donde ya no le dejaban entrar por las deudas contraídas.
La otra goma del braguero se preserva intacta en una urna de vidrio cuya sola vista proporciona tanto fuego amoroso que no se debe admirar en pareja. Es tanto el peligro de su magia erótica que, si son más de uno los visitantes, se teme que no respeten el lugar sagrado y consumen el acto allí mismo, como ya les ocurrió a dos monjes de la vecindad. Venid a visitar esta reliquia y reíros de la Viagra y de otros filtros amorosos.  

jueves, 13 de agosto de 2015

Reliquias paganas: la bota de Sancho Panza


No solo de tibias de santo vive el hombre. Las reliquias que aquí os voy a presentar os proporcionarán la virtud de desarrollar muchas de las facultades que no ofrecen los cráneos de beatos y mantos de vírgenes.
En esta primera entrega nos ocuparemos de la bota que usó Sancho Panza en algunos capítulos de la segunda parte del Quijote. Nos encontramos restos de esta reliquia en diferentes pueblos de nuestra geografía manchega: El Toboso, Puerto Lápice, Ossa de Montiel y Argamasilla de Alba. Según cuenta la leyenda, todo aquel que se acerque a la urna en la que se guardan fragmentos del pitorro de la bota, verán inmediatamente calmado el dolor de úlcera y se mitigarán las malas digestiones. Solo hay que tocar la reliquia para comprobar cómo nos asalta el ansia viva de beber vino y de gozar de la vida. Las borracheras serán más divertidas y nunca nos asaltará el espíritu melancólico que suele acompañar a esta afección.
En Ciudad Real podemos encontrar casi completa la bota de piel de cabrón de Tomé Cecial, el escudero del Caballero de los Espejos, quien compartió con Sancho su vino para despegarse los paladares. Se guarda bajo la leyenda: "Hideputa, bellaco y cómo es católico", justo lo que dijo Sancho al probar el caldo de esta ciudad. Sus propiedades son milagrosas para desarrollar el arte de la conversación.
Y no digo nada de los efectos que proporciona pasarse por San Clemente, Casas de Haro, Casas de Fernando Alonso o Sisante a acariciar el cuero de la bota de Sancho. En estos cuatro lugares se conservan retales del pellejo original que, os lo puedo asegurar, no sanan, pero te cambian el carácter en los bares y te hacen el estómago más resistente. Peregrinad hasta allí y dejad humilde pago por tan gran recompensa.