tag:blogger.com,1999:blog-24621165362640008192024-03-18T21:53:20.386+01:00Lengua Urbana...y allí nos entraremos, y el mosto de granadas gustaremosJosé Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.comBlogger1518125tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-28676548456822161872024-03-12T13:34:00.005+01:002024-03-14T08:59:18.944+01:00El castillo de Lindabridis<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigN2aALqWPsugfwodg_jxXRLKndPJfxJLp5NNemichYWQMUGFRSgpGQmSZm7k7TTVVTlUBLfKgNgsT4c2RAjPgJ3MAQjvEAsiTOSbk_E57Wjt-ZxDgf8Q1OK_a5hK-EsT3RnEtfhyphenhyphenB3ZOTH32Srm0OwqAaZNulACkuNQu184os-nDXnqbDe7jO3u65hffd/s275/linda.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="275" data-original-width="183" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEigN2aALqWPsugfwodg_jxXRLKndPJfxJLp5NNemichYWQMUGFRSgpGQmSZm7k7TTVVTlUBLfKgNgsT4c2RAjPgJ3MAQjvEAsiTOSbk_E57Wjt-ZxDgf8Q1OK_a5hK-EsT3RnEtfhyphenhyphenB3ZOTH32Srm0OwqAaZNulACkuNQu184os-nDXnqbDe7jO3u65hffd/w266-h400/linda.jpg" width="266" /></a></div><br /> <p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Los espectáculos teatrales que monta Ana Zamora, reciente Premio Nacional de Teatro, son exquisitos. El castillo de Lindabridis es verdadera arqueología dramatúrgica. Cuando estaba en la butaca tenía la misma impresión que al ver los cuentos del Decamerón de Pasolini: quien ha dirigido este montaje conoce tan a fondo la época y los rincones del teatro barroco que es capaz de trasladarnos en un vuelo (como el del propio castillo) a ese siglo decadente y oscuro, el XVII. En la sencillez y el cuidado de la puesta en escena, en la carpintería, en el vestuario, en el verso claro (del oscuro Calderón), me parece trasladarme en el tiempo e imagino que la obra la está viendo Felipe IV, atiborrado de vino y con la Calderona sobre el escenario. Me asomo a los palcos y no, el rey no está o se ha dormido o ha bajado a los camerinos a extender la gonorrea entre las actrices. La coreografía de los cómicos, la escenografía y la música nos indican que estamos ante un espectáculo total, un espectáculo barroco en toda regla, sin efectismos, sin falsas pirotecnias. Quizás Cosme Lotti lo habría adornado más, pero así, con esta sobriedad, el verso fluye cristalino, como si no fuera de Calderón. Miro otra vez hacia el palco. No, Felipe no está viendo la función, pero sí, es una obra cortesana, ligera, llena de tópicos que la eficacia de la Zamora convierte en maravilla teatral. Hasta los entremeses de las jornadas se cuidan y se engarzan en la temática de la obra con una dinámica festiva de muy difícil ejecución. La mojiganga, la jácara, todo está allí, sobre el escenario: un puzzle de madera que cobra una vida majestuosa y vivaz, alegre, para divertir a ese que no está en el palco y que debería haber venido, mejor nos habría ido. Los placeres de la carne, ¡ay!, los placeres de los sentidos, de todos los sentidos, porque hasta se huelen y se saborean los aromas del palacio de los decadentes Felipe IV y cortesanos. El oído y la vista casi han reventado. Y hemos tocado a Ana Zamora, que es mucho. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-8680000014018466442024-03-09T13:05:00.000+01:002024-03-09T13:05:03.254+01:00Romeo y Julieta despiertan<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiw6anl2uWzfcTol7RjaUXhh2eso9ZCcryTo2NTtWAhBySDD3NN0Wgwkj1WLgFdjGVK8mhhZTYF3cB1MeZr8Idb5yHNouPJSA7vh7x_bCixzQzwKIuPewhAmtXaWzTQhiISioZhnQhxgLzUGc2-7EiinIDkckvMLHzyUoZTsoC31aU0-DSe7Zx3MB_oO_In/s867/romeo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="867" data-original-width="601" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiw6anl2uWzfcTol7RjaUXhh2eso9ZCcryTo2NTtWAhBySDD3NN0Wgwkj1WLgFdjGVK8mhhZTYF3cB1MeZr8Idb5yHNouPJSA7vh7x_bCixzQzwKIuPewhAmtXaWzTQhiISioZhnQhxgLzUGc2-7EiinIDkckvMLHzyUoZTsoC31aU0-DSe7Zx3MB_oO_In/w278-h400/romeo.jpg" width="278" /></a></div><br /> <p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Ana Belén vista desde el anfiteatro del Teatro Circo podría tener desde 15 hasta 70 años. Supongo que mantener ese cuerpo así de escueto debe conllevar una disciplina marcial. Es la actriz ideal para protagonizar <i>Romeo y Julieta despiertan</i>, sin duda alguna. Los enamorados vuelven a la vida después de pasar 50 años en un sepulcro y ella no es consciente del paso del tiempo. Una recreación correcta del clásico, sin más. Me quedo con la escena final: los protagonistas, una vez conscientes de los años transcurridos, conscientes de su vejez, optan por la única solución posible: el veneno. Ni siquiera ellos, Romeo y Julieta, aguantan el espejo y este es el gran acierto de la obra. Luego ha habido un diálogo, que no he entendido muy bien, con el que de alguna forma se dulcifica el impulso suicida (ya lo he olvidado). </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-51203435573332137872024-03-08T13:51:00.002+01:002024-03-08T13:51:19.465+01:00Vivir en el pretérito imperfecto<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiyB33CXm5Va7o1qRubeK_AYeaAHvnNQrU3EE19rEWx1awz_6StF5OzceFFnGh8eqrr_IKExaXDW341sFg4N_zjRIoScAHgjw49A7zgLWkdBQrbNIS6KHYADsOGC-ruwVIfpieeOaizshu4SgM2LcNgiTmW9avxUw4fbeG889hyGf7JRbU9h_1pOXCd6a4/s1068/maroma.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="801" data-original-width="1068" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjiyB33CXm5Va7o1qRubeK_AYeaAHvnNQrU3EE19rEWx1awz_6StF5OzceFFnGh8eqrr_IKExaXDW341sFg4N_zjRIoScAHgjw49A7zgLWkdBQrbNIS6KHYADsOGC-ruwVIfpieeOaizshu4SgM2LcNgiTmW9avxUw4fbeG889hyGf7JRbU9h_1pOXCd6a4/w400-h300/maroma.jpeg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Comía por inercia, viajaba por inercia, paseaba por inercia, daba clases por inercia..., vivía por inercia. La pasión con la que antes comía, viajaba, paseaba y daba clases lo mantenían en marcha todavía, como a un tren sin motor que aún circulara por impulso de su velocidad pasada. Pero era evidente la ausencia de un generador de movimientos, de actos, de ideas. Se deslizaba por la vida con los restos de la energía producida hacía ya mucho tiempo. A veces, cuando se topaba con una cuesta abajo, el aumento de la velocidad era engañosa, le parecía haber recuperado el gusto por la comida, la emoción del viaje, la pasión por enseñar, pero no, pronto aparecía una cuesta arriba o un llano y era evidente que el motor estaba parado. En seguida desaparecían la pasión, la emoción, el gusto. No había fuente con la que alimentar el movimiento. Comía, viajaba, paseaba y daba clases por inercia. Vivía en el pretérito imperfecto. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-26224084397954180182024-03-03T16:42:00.005+01:002024-03-03T16:42:58.837+01:00Mi entierro<p style="text-align: justify;"> <span style="font-family: helvetica;">Hace unos días, las alumnas de Literatura Universal me sorprendieron con una pregunta: "¿Nos vas a invitar a tu entierro?" La truculencia es algo muy habitual durante la adolescencia y si compete a tus profesores todavía más. No creo que estas chicas deseen mi muerte (seguro que no, bueno, creo). Era una preocupación sincera porque según me decían, "a lo mejor no nos enteramos y entonces qué". Desean estar presentes en mis exequias, es evidente. Haré lo posible por invitarlas al velatorio y, si puede ser, en una ceremonia irlandesa con música, pub y güisqui, mejor. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-60751672268390898942024-02-28T21:43:00.000+01:002024-02-28T21:43:19.485+01:00Comiendo con Eva<p style="text-align: justify;"> <span style="font-family: helvetica;">Hoy he estado con Eva en el restaurante <i>Santolina</i>. Antes era <i>El Chato</i>, para nosotros un templo en donde rendíamos pleitesía a Dionisos sin reparar en otra cosa que no fuera el vino del Terrerazo y los manjares de Luisi. Pido el vino que le gusta, para acabarlo en casa. Comemos y bebemos como siempre, como antes, divinamente, aunque demasiado solos. Llegamos a casa y pongo la tercera de una serie polaca de cuyas dos primeras temporadas vimos y comentamos hace unos años. Me gusta hablarle y descubrir que ya se ha dormido, vencida por los chicos de la mañana. La serie nos atrae por sus ambientes cutres, por su humor negro y por sus personajes atiborrados de alcohol. Aún así duerme, le puede el sopor de la comida y el desgaste de las aulas. Luego veo un partido de fútbol femenino. No sé por qué. Sí, sí lo sé. Lo último que vimos en televisión antes de que se fuera fue fútbol femenino. Bebemos, vivimos, revivimos, dormimos, añoramos. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-41902395455122942052024-02-27T20:41:00.002+01:002024-02-27T20:41:36.603+01:00Un sueño didáctico<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;"> </span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: helvetica;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgS4WOzzHezrEL-8IICJF7g65DV_BpHKXpydYJJwri3NQforFn1CRssPQND-XgBs00VkMQoqHJdGQkJmnJHiAnAfY0G4nUAlUlSpDr9Gu971PvxdbHKCjNLGnqIcadSInURXX-B5R_GzaZSVojTZuY0Q1NiPW0cW-L6hnOFqt_nsKFG-jdi6ksKTlltK-Xq/s284/sue%C3%B1os.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="177" data-original-width="284" height="249" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgS4WOzzHezrEL-8IICJF7g65DV_BpHKXpydYJJwri3NQforFn1CRssPQND-XgBs00VkMQoqHJdGQkJmnJHiAnAfY0G4nUAlUlSpDr9Gu971PvxdbHKCjNLGnqIcadSInURXX-B5R_GzaZSVojTZuY0Q1NiPW0cW-L6hnOFqt_nsKFG-jdi6ksKTlltK-Xq/w400-h249/sue%C3%B1os.jpg" width="400" /></a></span></div><span style="font-family: helvetica;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Hace unas noches tuve un sueño muy didáctico. Me desperté sobre las siete, como siempre. Me aseé, como siempre. Me vestí, como siempre. Rellené la mochila, como siempre. Subí al coche, como siempre. Llegué al instituto, como siempre. Me bebí en la cantina un café con leche, como siempre. Y entré a clase, como siempre. Y en ese momento del sueño comenzó a diluirse el "como siempre". Al abrir el ordenador para empezar con la clase de ese día, caí (con angustia) en que no recordaba nada sobre mi materia, todo lo que aparecía en la planificación era para mí de contenido desconocido. ¿Quiénes eran Montaigne, Shakespeare, Molière? Ni puta idea. No había oído sus nombres en mi vida. Sobre qué iba a hablarles a las alumnas (solo había chicas) allí sentadas, expectantes, ávidas (no, eso no es verdad) de escuchar lo que yo tenía previsto decir sobre esa gente. Las presentaciones apenas tenían texto, al parecer no eran sino un apoyo para que yo me explayara sobre la obra y milagros de esos nombres desconocidos. No recordaba absolutamente nada. De hecho, me pregunté varias veces por qué estaba yo encargado de ilustrarlas sobre literatura. En un principio me angustié, comencé a sudar y empecé a divagar sobre temas triviales de ascensor: el mal tiempo, el frío que hace en clase, Operación Triunfo (de eso sabía tanto como de literatura), la fiesta del fin de semana... Mientras se desarrollaba esta conversación inane, yo iba pensando sobre qué hablar y no se me ocurría nada, absolutamente nada. Descubrí que en el ordenador aparecía una diapositiva con una cita de Montaigne: "Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis". No se me ocurrió otra cosa que comentar el significado de esas palabras. Había olvidado todos los contenidos estrictamente literarios, pero el raciocinio, por suerte o por desgracia, lo conservaba. Ensayé mi interpretación sobre el entrecomillado y ellas, en seguida, se lanzaron a contradecirme y a exponer sus versiones sobre lo dicho por el francés (porque con ese apellido solo podía ser francés). Me alivió que ellas hablaran, que tomaran el mando de la clase, que opinaran y debatieran con total espontaneidad sobre ese y otros muchos asuntos en los que se ramificó la conversación. Espoleadas por el interés de la cita, buscaron en sus teléfonos móviles más citas de Montaigne y el aula se convirtió en una tertulia de café. Apenas tuve que pronunciarme más, fueron ellas mismas quienes consumieron la hora entre risas, discusiones e intercambios de pareceres. Nunca he salido de una clase con mejor sabor de boca, lástima que fuera un sueño. Eso sí, un sueño didáctico. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-77027419662941496062024-02-26T20:25:00.001+01:002024-02-26T20:33:21.939+01:00La heroína y la memoria<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuDupKf2HP4ETQitSLSlNDtHeETHYalRL3dQWctzjeE_hiIPbKAPkaJ33PFiuAN8GBIyz8hyOlRwEo2BFjd_zzJfQ34gN18O1xJwQKhCmKdI7NgTsQ4f_WCzndCNKFhLs2scYJsSxhPU0tK9VD5MvZd0jpxfUM-6mGOWUVF1ecv7ZQr2VKQKd-ISygppzw/s1000/sancho.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="787" data-original-width="1000" height="315" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuDupKf2HP4ETQitSLSlNDtHeETHYalRL3dQWctzjeE_hiIPbKAPkaJ33PFiuAN8GBIyz8hyOlRwEo2BFjd_zzJfQ34gN18O1xJwQKhCmKdI7NgTsQ4f_WCzndCNKFhLs2scYJsSxhPU0tK9VD5MvZd0jpxfUM-6mGOWUVF1ecv7ZQr2VKQKd-ISygppzw/w400-h315/sancho.jpg" width="400" /></a></div><br /> <p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Hace unos años entrevistamos para <i>El País de los Estudiantes</i> a un personaje que había estado enganchado a la heroína durante 15 años. En el momento de la entrevista, cumplía dos con metadona. Nos contó situaciones escalofriantes y otras no tanto, todas muy curiosas, sobre todo las que concernían a su vida cotidiana una vez desenganchado, determinada por haber sido un yonqui durante tanto tiempo. Por ejemplo, podía ver hoy una película que había visto el día anterior como si fuera nueva, es decir, su cerebro ya no era capaz de acumular recuerdos de un día para otro. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Desde hace unos años, a mí me pasa algo parecido. No sé si será por la ingente cantidad de contenido audiovisual que consumimos, por la edad o porque tengo el cerebro tan licuado como nuestro entrevistado, pero acabo películas que he visto recientemente y apenas me acuerdo de nada. Las reconozco porque me suenan los actores, los personajes y algunas de las escenas, pero no hay manera de recordar el argumento; es decir, las puedo gozar de nuevo como si de un estreno se tratara. También me pasa con la mayoría de los libros. ¿Será posible que ese cóctel formado por el exceso de consumo audiovisual, la edad y alguna cerveza que otra hayan provocado el mismo efecto en mi cabeza que 15 años de heroína? Al parecer sí. Tampoco es tan malo. Antes, en cuanto me sonaba de algo el título de un libro o de una película los descartaba, ahora tengo un abanico donde elegir mucho mayor. Sé que por mucho que me suenen los voy a disfrutar o a odiar como novedosos. Bueno, vamos a por el Quijote, me han dicho que no lo voy a comprender. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-62887130355624743122024-02-15T20:02:00.004+01:002024-02-15T20:02:51.329+01:00Estampa infantil<p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZpdXnQzgy3DOKX_hyphenhyphenHJyyhSg8LmT9FZhDHZFOS4pxhxyvKZJXHx0BdL1npRQ4d19ZpPaGz0e4aSg7YPm6HC2rg5eRQNgXJUAfF8o432c0Q-HlZL2gO19RqzeCko4gRVIDDtNmNYpkOQR721mwMot6Qvv89FJ6FGiXMzm6wXTT0Pr9gOsoQaii5Kb0PXn3/s320/Cullera%20Pequen%CC%83o.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="233" data-original-width="320" height="291" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiZpdXnQzgy3DOKX_hyphenhyphenHJyyhSg8LmT9FZhDHZFOS4pxhxyvKZJXHx0BdL1npRQ4d19ZpPaGz0e4aSg7YPm6HC2rg5eRQNgXJUAfF8o432c0Q-HlZL2gO19RqzeCko4gRVIDDtNmNYpkOQR721mwMot6Qvv89FJ6FGiXMzm6wXTT0Pr9gOsoQaii5Kb0PXn3/w400-h291/Cullera%20Pequen%CC%83o.jpeg" width="400" /></a></div><br /><p></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Hacía calor en verano, ¡qué cosas!, aunque no tanto como en el siglo XXI. Protegía mis ocho años con un braguero de goma. Era molesto, sin embargo, hasta en bañador me sentía seguro con él. Notaba las tripas recogidas en las ingles y, al menos, sabía que no se me saldrían delante de todo el mundo, a no ser que reventaran las cintas ajustadas a las nalgas con botones blancos. Ya me había ocurrido más de una vez: el roce de la goma provocaba que se desgastara el tirante, se rajara y saliera por la pernera del bañador. Asomaba como un pingajo rosa con apariencia de reptil sintético. La suerte es que tenía ocho años y la vergüenza todavía no me impedía pensar en el ridículo de llevar colgando un lagarto de silicona en la parte alta del muslo.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Mi cuerpo de anemia soportaba una cabeza desmesurada, las costillas pugnaban por reventarme la piel y era inverosímil que unas canillas tan delgadas soportaran el peso de mi cabeza sin troncharse. Al subir las escaleras, hasta el sol de la piscina, me entretenía admirando la anacronía del señor con bigote y bañador años veinte pintado en la pared. Servía para identificar el vestuario masculino. En el femenino había una sirena.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">No me atrevía a tirarme en la piscina grande. Todavía no sabía nadar y sentía pánico cuando comprobaba la insondabilidad del fondo. Hasta entonces, solo me había bañado en una zafa y en el abrevadero de las ovejas pastoreadas por mi abuelo. Vi a mi padre y a sus amigos lanzarse desde la palanca. Encogían las piernas en el aire y nadaban con la cabeza fuera, ladeada, alargando el brazo derecho una y otra vez con la inseguridad de la gente de secano. La piscina grande no era, como me habían asegurado, una diversión, sino un padecimiento. Resoplaban los hombres con furia hasta alcanzar la escalerilla que les llevaba de nuevo a la seguridad de las baldosas ardientes. Salían aliviados, se peinaban con el rastrillo de los dedos. Los bañadores de lana, deformados por el agua, abrían una holgura indecente en las perneras.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Mi padre me instó a tirarme a la piscina grande, me caló el flotador y me empujó hasta el borde de la piscina: "Los hombres se tiran de cabeza". No quería hacerlo, pero no podía defraudarlo. Me armé del valor necesario y me lancé. Cuando me vi sumergido, con las piernas atrapadas en la trampa del salvavidas, comprendí que nunca se debe abandonar el aire. Noté que una de las cintas del braguero se me desabrochaba e intenté respirar agua con desesperación. Braceé sin sentido, con pánico, intenté zafarme del flotador, pero el peso de la cabeza y las piernas no me permitían volver a la superficie.</span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;"><br /></span></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Cuando un señor desconocido me sacó de allí, respiré con ansia, desconcertado. Recuperé el resuello, vi el rostro impasible de mi padre, esperé un reproche, una reprimenda por no haber mostrado suficiente valor o pericia o qué sabía yo. No me dijo nada, se dio la vuelta, me mostró su espalda imponente de posguerra y me dejó solo, con el braguero colgando y un moco líquido entre los labios. Ya no hacía calor, el frío me caló el pellejo y los huesos.</span></div>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-41689552993639750382024-02-05T21:03:00.002+01:002024-02-05T21:03:55.400+01:00La ingenuidad de los muebles<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEVxaAS9Zrjl0zIT-pmrP6LprkW9lKP6VQbmzgN369mORUkCA-yvbs82B9cEJvxe1HdQFPe0XEFfJ1ytjYa3cd3U9tSxHaNEs0giRQ5IFpHMnxhIzqW9uSD_sBJXYMWRxMynrylue3uLd9Q0QC6Rdr8gNK5OKnTa0eg58tGOJN3p-XwB9kmveEQAJLdCMy/s4032/IMG_1233.HEIC" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="300" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjEVxaAS9Zrjl0zIT-pmrP6LprkW9lKP6VQbmzgN369mORUkCA-yvbs82B9cEJvxe1HdQFPe0XEFfJ1ytjYa3cd3U9tSxHaNEs0giRQ5IFpHMnxhIzqW9uSD_sBJXYMWRxMynrylue3uLd9Q0QC6Rdr8gNK5OKnTa0eg58tGOJN3p-XwB9kmveEQAJLdCMy/w400-h300/IMG_1233.HEIC" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;"><br />Todo sigue donde lo dejaste: los vestidos a la espera de tu piel; en el congelador, guisos con etiquetas (tu letra), dispuestos para tu paladar; en las perchas, los pantalones desean rozar tus muslos; en el baño, tus perfumes conservan su esencia (abro alguno de vez en cuando); en una bandeja de cerámica, tu lima de uñas está lista para combatir los arañazos; en el coche, un amuleto (qué pobre papel ha cumplido); en el salón, el reloj (se ha parado a la espera de que vuelva el tiempo); en las estanterías, fotos tuyas, de tus alumnos, impacientes por ser renovadas; también los dibujos de nuestra hija; en el dormitorio, tu libro electrónico, tus pendientes, tus anillos, tus pulseras; en el baño, una esponja, preparada también para tu piel; en el sótano, tu orden; en el despacho, tu aroma; cada vaso, cada copa, cada taza, anhela tus labios, como si supieran que alguien, solo tú, puede devolverles el roce del beso. Una manta te cita junto al sofá para calmar el helor de los días de invierno. El mismo sofá se impacienta al no notar el peso de tu liviano cuerpo. La novela negra a mitad de leer se revuelve por ser devorada cuanto antes. La libreta de la mesita reserva hueco para anotar las nuevas películas, las nuevas series, los nuevos libros. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Los observo a todos con lástima, perplejo, y alimento su ingenuidad. No voy a sacarlos de la inopia: cuando puedo, leo unas líneas de esa novela negra, apunto el título de una película de estreno (imito tu letra), hasta me tumbo en el sofá para que no extrañe el peso de tu cuerpo. Aún así, se impacientan tus zapatos (mis pies son demasiado anchos), la pinza del pelo no encuentra asidero en mi cabeza y no entro en las faldas de tubo. Algún día les tendré que confesar la verdad. Hoy no. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-50696546350483910542024-01-29T18:32:00.003+01:002024-01-30T11:28:51.721+01:00El buen teatro<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOU_W1GRYYvx0eInMCNDzCIZbZEDYo1gbdMqs6tDTr4IUPeMbAGSQTp6kLl0cL_HeU6tDMDPqy7g8q9JffsqZ8fvgsAX1FlsCFZ0wvo3DwayOcGQC0xGE7T990GD0_7J1mbSCoMbIgEd0lIqfn6DkehJKXkMgcUqQBJ6xZK1HUIOpsfeXd-bEZMCX2cvpi/s1200/prima.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="675" data-original-width="1200" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiOU_W1GRYYvx0eInMCNDzCIZbZEDYo1gbdMqs6tDTr4IUPeMbAGSQTp6kLl0cL_HeU6tDMDPqy7g8q9JffsqZ8fvgsAX1FlsCFZ0wvo3DwayOcGQC0xGE7T990GD0_7J1mbSCoMbIgEd0lIqfn6DkehJKXkMgcUqQBJ6xZK1HUIOpsfeXd-bEZMCX2cvpi/w400-h225/prima.jpg" width="400" /></a></div><br /> <p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">El buen teatro es nutritivo, es adictivo, es una purga necesaria para quien necesita salir de sí mismo. El buen teatro redime, da esperanza a quien ya le cuesta percibir emociones. El buen teatro es alimento necesario para quien ha perdido el apetito, un reconstituyente vital de propiedades muy recomendables. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Vicky Luengo es una muchacha de frágil aspecto que se convierte sobre el escenario en una gigantesca catalizadora de palabras. Las palabras de Prima <i>Facie</i>, una obra que mide el tempo y el desarrollo de la trama con un cuidado digno del mejor experto en Derecho. Una obra que cuida el poder de la narrativa con esmero, que apela a la razón y a la emoción a partes iguales, con estudiada arte retórica. Cuando la obra finaliza, uno suelta el aire como si lo hubiera estado reteniendo a lo largo de las casi dos horas de representación. No hemos mirado ni una vez el reloj porque la Luengo imprime un ritmo al texto casi extenuante. No cabe el aburrimiento ni el abandono de la escena, ni la impasibilidad. Todos estamos alrededor de la protagonista, oliéndola, palpándola, comprendiéndola y, al final, arropándola, compadeciéndola. La voz narrativa es potente y en seguida se adueña del jurado, perdón, del público. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">El buen teatro, la buena cómica, tan sencillo, tan difícil. El arte, el verdadero arte, te cambia el metabolismo, te convierte en mejor persona, te hace otro, ojalá lo consiguiera del todo. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-46446761231354585742024-01-22T20:42:00.002+01:002024-01-24T21:00:48.488+01:00Abulia<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOX90RUDZus-CCiylHBavQ8gzKc0bwgp9chp899DbP05Hn3iFsRS4LnPK2ZNJS0go-liszLMVfmjvny3X1sOd7SoX07ihrQdoNjzCcXInDYxoJXqp5u6szT1ecmbh1LgFb08IGmtJrfgU5hXI_GheMp7ahDCjn9OQUjKxCk1IxWgyX2U_AWvhc97KREr_p/s800/desol.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="800" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOX90RUDZus-CCiylHBavQ8gzKc0bwgp9chp899DbP05Hn3iFsRS4LnPK2ZNJS0go-liszLMVfmjvny3X1sOd7SoX07ihrQdoNjzCcXInDYxoJXqp5u6szT1ecmbh1LgFb08IGmtJrfgU5hXI_GheMp7ahDCjn9OQUjKxCk1IxWgyX2U_AWvhc97KREr_p/w400-h400/desol.jpeg" width="400" /></a></div><br /> <p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">No caen bombas a tu alrededor, ni hay desastres naturales en lontananza; tienes un lecho donde dormir, un techo en el que refugiarte, dinero para comprar cerveza, güisqui y fresas, también para ir de viaje; dispones de tiempo libre para orearte al sol de la tarde. Eres un burgués, pocas comodidades te faltan, prácticamente ninguna, la barriga indecente lo señala. Hasta disfrutas de amigos de raíz y amigas de estirpe. Puedes ver series, películas, lees libros, tienes libros, muchos libros, incluso has descubierto que escribes con cierta claridad. Ni siquiera has padecido enfermedades significativas ni has sufrido accidentes. Sin embargo, a pesar de las comodidades, de los privilegios, te encuentras tan desolado como si vivieras en mitad de una zona de guerra, en medio de la debacle. No te bebes la lluvia como antes, ni escuchas la música con los oídos despiertos, ni bailas con el mismo escalofrío, ni ves el cine y el teatro con los ojos disparados. Una bruma constante te apaga el horizonte, una abulia insoportable te acompaña allá donde vas. La seguridad de que todo, todo, se acabó hace tiempo. La impresión de sentirse ajeno a uno mismo. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-31377681792946351062024-01-17T21:47:00.003+01:002024-01-22T20:44:04.881+01:00El Jardín de las Delicias<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkspcBXyqTBilLXxctBlMUHAelBW508z7ulQ7kd7JG93_R9uI1VOTK3salW78nut6bV8COZM-azdP_Xr3ciKhll4-JqxPmRsfE1wNh5Eq29kITja8M8tJIm0Fv1PV1u15ihGgzN8oA1mU-IiMTxVwyCRR0y0KLImDc9oDyilmyJLUqv0bc2oSo3dI8oTCM/s4032/IMG_1233.HEIC" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="3024" data-original-width="4032" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgkspcBXyqTBilLXxctBlMUHAelBW508z7ulQ7kd7JG93_R9uI1VOTK3salW78nut6bV8COZM-azdP_Xr3ciKhll4-JqxPmRsfE1wNh5Eq29kITja8M8tJIm0Fv1PV1u15ihGgzN8oA1mU-IiMTxVwyCRR0y0KLImDc9oDyilmyJLUqv0bc2oSo3dI8oTCM/s320/IMG_1233.HEIC" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><span style="font-family: helvetica;"><div style="text-align: justify;">He puesto el <i>Jardín de las Delicias</i> de El Bosco encima de mi sofá. Casi todos los cuadros que he colgado a lo largo de mi existencia, se han caído, por eso temo, con razón, que, en cualquier momento, se desplome el Infierno sobre mi cabeza. Y no como al jefe de la tribu de Astérix, quien temía que el cielo le cayera encima, no, literalmente, a mí, el Infierno me puede destrozar la cepa de la oreja. ¿Es esto una vida intrépida o no lo es? ¿Quién podría desear más emociones? Pensad que tengo más riesgo de acabar fulminado por el Infierno que Bezos o que Amancio Ortega, que ya es decir. Nadie, ningún aventurero que se precie vive con el riesgo que yo lo hago: en cualquier momento, en mitad de <i>Fargo</i> o al comienzo de <i>Amor</i> de Haneke, me puede caer el <i>Jardín de las Delicias</i> sobre la cabeza y acabar con mi intrépida existencia. ¿Es o no esta la vida de un aventurero, de un amante del riesgo?</div></span><p></p><br />José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-7300574987700287102024-01-16T13:24:00.004+01:002024-01-17T12:02:45.151+01:00Sábanas de raso<p style="text-align: justify;"> <span style="font-family: helvetica;">Hoy dormiré entre sábanas de raso, delicadas, suaves, amorosas, nata de labios. No voy a preguntarme sobre ellas, ni tampoco quiero recordar la última vez que estuve compartiéndolas, ni el pasado que esconden, ni adivinaré los cuerpos que estamparon el sudor entre sus fibras. Sábanas de raso acunarán mi sueño, solo deseo sentirlas así, cursis y sedosas, como una bata de terciopelo. Solo gozar de su sensualidad, de su tacto líquido. Como si no las hubiera usado nunca, como si las acabara de comprar, como si nadie las hubiera guardado en el cajón de la cómoda, como de estreno. Hoy dormiré, o no. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-84293682258661365132024-01-13T00:58:00.003+01:002024-01-17T21:54:46.428+01:00Panegírico<div class="xdj266r x11i5rnm xat24cr x1mh8g0r x1vvkbs x126k92a" style="margin: 0px; overflow-wrap: break-word; white-space-collapse: preserve;"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwm54ljyQwhZR5uirFWNdoVJvcFFt5s_ltr61t_2-kMUQaaReoQ45VxIgJXryw31lfRyGH1mwO7s5-N0oZAra9U-1CvPArNq6YrNAn3u-cUhhLIjy-zt2Gv4chXuOJivJ_fmNZGFKZQfsFU4bfRP3si-RFmu6O_uI1WfuVymT6syllnu4mthsL0vmuh_oo/s800/IMG-20131015-WA0008.jpg" style="background-color: white; color: #050505; font-family: system-ui, -apple-system, "system-ui", ".SFNSText-Regular", sans-serif; font-size: 15px; margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="705" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgwm54ljyQwhZR5uirFWNdoVJvcFFt5s_ltr61t_2-kMUQaaReoQ45VxIgJXryw31lfRyGH1mwO7s5-N0oZAra9U-1CvPArNq6YrNAn3u-cUhhLIjy-zt2Gv4chXuOJivJ_fmNZGFKZQfsFU4bfRP3si-RFmu6O_uI1WfuVymT6syllnu4mthsL0vmuh_oo/w353-h400/IMG-20131015-WA0008.jpg" width="353" /></a></div><br /><div dir="auto" style="background-color: white; color: #050505; font-family: inherit; font-size: 15px;"><br /></div></div><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Un rostro perfecto, duro y a la vez dispuesto a doblegarse incondicionalmente si la palabra lo merece. El verde Alhambra de su mirada acaba con los tópicos petrarquistas, como el Quijote con los libros de caballerías. Nadie hablaba como ella, con tanta autoridad y tanta dulzura. Estoy orgulloso de una cosa: de que me eligiera, porque, en lo demás, tenía un gusto exquisito. Desde que se fue, he perdido el norte de la estética (yo nunca lo tuve, era prestado, como el brillo de la luna). Pocas han hecho tanto por difundir el gusto de Botticelli, muy pocas. Cómo no voy a estar destrozado, si tenía en mi salón la proporción áurea. Quitadle la noche oscura a Juan de Yepes, a ver qué queda.</span></div>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-52566622821587575972024-01-07T20:29:00.000+01:002024-01-07T20:29:02.930+01:00Eva y la escritura<p style="text-align: justify;"> <span style="font-family: helvetica;">Solo me siento acompañado cuando escribo, porque Eva leía todo lo que yo escribía, porque era mi correctora, mi lectora primera (y en ocasiones única). Y siempre lo hago para ella, aunque a veces no sea del todo consciente. Cuando se escribe, por mucho que lo nieguen algunos, siempre rondan latentes los posibles lectores, por muy humilde que sea el texto o el medio que se ha utilizado para transmitirlo. Después de terminar un fragmento de una novela o un estado de Facebook, incluso una nota cualquiera, me doy cuenta de que, de alguna manera, estoy condicionado por quienes van a leerme. A esos lectores hipotéticos se les unen todos aquellos que uno sabe a ciencia cierta que lo van a leer. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Mi padre solo leyó las 20 primeras páginas de una novela en la que el protagonista era él, no le dio tiempo a más, y a pesar de todo, aun sabiendo que no podría o no querría leerla, influyó y mucho en la composición de este libro. Eva leía todo lo que yo escribía y era mi crítica más fiable, porque leía muchísimo, porque me conocía y porque no tenía pelos en la lengua a la hora de decirme lo que le parecía flojo. Solo pudo leer 36 páginas de la novela que aún no he terminado y recuerdo una frase que me animó como ninguna: "Esto es lo tuyo", se refería al género y al estilo. Quizá por eso ahora solo me siento acompañado cuando escribo, porque lo hago todavía, inconscientemente, pensando en si le parecerían o no digeribles cada una de las frases que compongo; porque cuando releo, lo hago en parte con sus ojos. Porque es la única manera que he encontrado para seguir comunicándome con ella y no defraudarla. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-61457931231113723652024-01-02T20:09:00.004+01:002024-01-02T20:09:57.867+01:00Feliz 1588<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5V90a_w_G196AO1CvlbUoXmVw6L-gzjeI5DWQTYUx4HV6P1cy_vTNR_nXYUjCrpqciDrR3Tl7z4xs_79EVPOLQiMyxwFamTb3enxU4xW3gSQGxG55l_RazxYx3TmKrsK9jp2IduCjqwb1Xp7gX73P61ICSkr86XCyy9qgbucpxctNbqR8occlP49KxtNp/s284/teatro.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="178" data-original-width="284" height="251" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5V90a_w_G196AO1CvlbUoXmVw6L-gzjeI5DWQTYUx4HV6P1cy_vTNR_nXYUjCrpqciDrR3Tl7z4xs_79EVPOLQiMyxwFamTb3enxU4xW3gSQGxG55l_RazxYx3TmKrsK9jp2IduCjqwb1Xp7gX73P61ICSkr86XCyy9qgbucpxctNbqR8occlP49KxtNp/w400-h251/teatro.webp" width="400" /></a></div><br /> <p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">¡Qué buen rollo transmite la música de Barry White mezclada con güisqui! Estoy en éxtasis o casi. Me he empeñado en elevar el estado de la soledad al Parnaso y en algunas ocasiones se consigue. Llamo a Lope, me lo encuentro en <i>El arenal de Sevilla,</i> lo oigo, lo veo, lo palpo, vibra su verbo en redondillas retozonas y lo amo, lo amo, como ahora mismo no amo a nadie. Lo reconozco detrás de esas tramas disparatadas, escondido en el barrio de Triana, esperando a una muchacha perdida por sus versos, jugando a los naipes en un garito de chirlo asegurado, esgrimiendo la espada contra un ladrón que intenta robarle la capa, tratando de teatros y amores con Cervantes (entusiasmado por la amistad del Fénix), intentando enrolarse en la Armada contra Inglaterra... Pero cambia la música y unos violines traicioneros me vuelven a traspasar el ánimo. No, no quiero. Me voy con él, con el rey de los poetas, allá donde vaya, a donde le plazca, soy su escudero fiel, su porquero. Me revienta el pecho con Purcell. No me da la gana, huyo con él, no me cabe otra, aquí estoy de más. ¡Feliz 1588! Solo el siglo XVI puede salvarme:</span></p><div style="text-align: justify;"><br /></div><span style="font-family: helvetica;">Y porque tengáis consuelo,<br /><br />ese don Lope está aquí,<br /><br />porque cayó para mí<br /><br />como otro rayo del cielo.</span>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-65429135400363503552023-12-26T20:26:00.000+01:002023-12-26T20:26:29.841+01:00La edad de la inocencia<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhe6lTD8zjd02cxUF120o6IRiOnTDWDL5TiGfI_kaFjckqvVudUSa-J8xAoXlmeAyBwzyV8gm57ymSYQqjpO92zjxodVl6eKS3uIeCTjTkEowQuDB0IHPz_lXXUj3N78LYQcR_wfFjxWcuPNtmkBzOVoOZEMSmJKG6k80RxBlKhpo_-gw0c5xufkx4ddCk4/s290/la%20edad.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="174" data-original-width="290" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhe6lTD8zjd02cxUF120o6IRiOnTDWDL5TiGfI_kaFjckqvVudUSa-J8xAoXlmeAyBwzyV8gm57ymSYQqjpO92zjxodVl6eKS3uIeCTjTkEowQuDB0IHPz_lXXUj3N78LYQcR_wfFjxWcuPNtmkBzOVoOZEMSmJKG6k80RxBlKhpo_-gw0c5xufkx4ddCk4/w400-h240/la%20edad.jpeg" width="400" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">He vuelto a ver <i>La edad de la inocencia</i> de Scorsese. Era una de nuestras películas favoritas y hoy la he sufrido especialmente. La he visto entre continuos hipidos y escalofríos, provocados, no sé si por las propias escenas rebosantes de dulzura, intensidad y elegancia; o por los recuerdos, la melancolía y los detalles que me trasladaban una y otra vez a Eva. Las rosas amarillas, símbolo del amor imposible de los protagonistas, esas que aún tengo plantadas en la maceta de la entrada de mi casa. Los ojos verdes de Michel Pfeiffer, su belleza cristalina, su mirada alegre que esconde una tristeza inmensa, los ojos verdes de Eva. Los troncos de la chimenea desmoronándose por la ferocidad del fuego, la enfermedad salvaje. Los guantes que estorban cuando hay que acariciar la mano deseada, el placer de su blancura. La renuncia a ver a la amada cuando es demasiado tarde para revivir lo perdido. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">No hay nada en esta nueva realidad que vivo que me estremezca tanto como la recreación en el dolor y la pena a la que me somete la ficción. Nada de lo que me rodea me conmueve con tanta fuerza como los libros, las películas, la música o el teatro. Es como si mi alma estuviera anclada en el rincón de los contempladores, como si hubiera renunciado a vivir y solo la vida de los otros, las escenas de su pasión, fueran capaces de herirme, de conturbarme, de conmoverme. Una película perfecta para deshacerse. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-78257403947461410972023-12-18T20:15:00.002+01:002023-12-18T20:24:18.190+01:00Niebla<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQQtjZhtPBNqnwUGoBm2-j5RmSERIMmcwPUnUqs9KJkHiO8dTmuKgTUSFybCdEH3pLqBrCFWFyl3DKZW6O6euAkFosnEw-6MCQghB0_pACD9khGbmk5f8TbI76c-0oC-2pi6_7ra2tNIHPqSa3jcekf9_7-wRz7guffmw0iq2ezIhdHL6nStbJdsKSrHHu/s600/Niebla.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="400" data-original-width="600" height="266" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQQtjZhtPBNqnwUGoBm2-j5RmSERIMmcwPUnUqs9KJkHiO8dTmuKgTUSFybCdEH3pLqBrCFWFyl3DKZW6O6euAkFosnEw-6MCQghB0_pACD9khGbmk5f8TbI76c-0oC-2pi6_7ra2tNIHPqSa3jcekf9_7-wRz7guffmw0iq2ezIhdHL6nStbJdsKSrHHu/w400-h266/Niebla.jpeg" width="400" /></a></div><br /> <p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">La tristeza es niebla ácida que lo invade todo. Ninguna luz es capaz de atravesarla. Los cuerpos se deshacen (sobre todo viejos y adolescentes), no hay horizonte. Allá, al fondo, está la esperanza de la hierba, muy al fondo, tanto que ni siquiera se atisba, pura ilusión. Cala los huesos la humedad eterna, hasta volverte líquido. Solo quiero callar, dormir, abandonarme. No veo a nadie a mi alrededor, a nadie. La bruma lo invade todo: oculta el amor, el entusiasmo, la amistad, la ilusión, la ribera. Por mucho que intento salir de las tinieblas, solo consigo dar tumbos, me golpeo contra las paredes, contra las piedras, contra las esquinas de los muebles. Las palabras no circulan entre tanta espesura, todo es silencio; el olfato murió hace mucho y el tacto ya no se estremece con las pieles nuevas. Quizá la vida era esto: esperar como lago sin orillas a la muerte, envuelto en la nada. Ser agua. Solo esto. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-82961112722999774022023-12-12T21:13:00.004+01:002023-12-12T21:13:42.603+01:00Chet y los muertos<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNuXumTCumWv5g1KAe5oLlaLg0YFfxwh8JVaTutHhT3wTcRIYuqaxzAqDs_4D8cmD22qAimiE-sDaPgbedjaL-FRDGopTkvidjOt-hmWdItyt4vnaMBdcBhADL5g8jlVlnTn7HcBxnbz9GDmnkeUcSB7kaYloVVe1KOx5fEebzeGd-ByltnPBH3Ep2Qxyh/s225/chet.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="225" data-original-width="225" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNuXumTCumWv5g1KAe5oLlaLg0YFfxwh8JVaTutHhT3wTcRIYuqaxzAqDs_4D8cmD22qAimiE-sDaPgbedjaL-FRDGopTkvidjOt-hmWdItyt4vnaMBdcBhADL5g8jlVlnTn7HcBxnbz9GDmnkeUcSB7kaYloVVe1KOx5fEebzeGd-ByltnPBH3Ep2Qxyh/w400-h400/chet.jpeg" width="400" /></a></div><br /><span style="font-family: helvetica;"><br /></span><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;"> Me dispongo a ver un documental sobre Chet Baker y, desde el principio, vuela la convicción de que el genio devora al personaje y, al no poder aguantar los espacios en los que no está creando, se entrega a la droga y a la depravación. Conforme avanza el documental (de estupenda manufactura), se impone otra idea, más común: mejor separar al personaje y su talento. Las creaciones musicales de Chet Baker me cautivan, me enamoran, igual que a todas sus mujeres. Qué trivial, qué sucio todo lo que tiene que ver con su adicción a las drogas, con el maltrato hacia alguna de sus ellas, con el desprecio hacia sus hijos y hacia su madre. En cambio, Chet se pone a cantar, con esa lírica imperfecta, sopla la trompeta y toda su maldad desaparece. Me hace llorar, me produce una sensación extrema. El problema es que siempre que se trata la vida de un genio se suele escoger a estos, a los que han sufrido una vida convulsa y fuera de orden. ¿Es que el genio no puede vivir de otra forma? ¿Es que no hay otra manera de resistir la creación de tanta belleza que ocupar los momentos fuera de la música con droga y perversión? No sé. Hay muchos otros ejemplos de vidas ejemplares, pero claro, esas no interesan porque no tienen el morbo de la biografía convulsa. Sería un fiasco hacer un documental sobre Antón Chéjov o sobre Pérez Reverte (espera, sobre este no). A todas estas, yo me había metido aquí para escribir sobre los muertos, porque Chet está muerto, aunque siga escuchándolo a través de los altavoces de última generación, igual que tantas otras, a pesar de que sigan resonando en mis oídos sin pausa. Porque la gente genial, sea por sus obras o por su vida siempre sigue sonando </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-18334940203943495892023-12-08T19:30:00.001+01:002023-12-08T19:30:11.184+01:00Sevilla, Cervantes y Lope<p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikcjU4XWMMX25cF0y_VhGqa7s19oWtUle-HhteRTQEWhIomXL6CN5lcc3dIsMFZJf9NeHwiIjFl2cpZ6-LRULr4vlM-geQbjqf9S9SmakpQDJVy4rSkh7nDB6MQuZXplGjICo2pdUXrmAszCTMe5_tNI5GyidT1Dwh7bAA4Ahfq7DPnSuz9zL7eBK2wuB3/s4032/IMG_1258.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="4032" data-original-width="3024" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEikcjU4XWMMX25cF0y_VhGqa7s19oWtUle-HhteRTQEWhIomXL6CN5lcc3dIsMFZJf9NeHwiIjFl2cpZ6-LRULr4vlM-geQbjqf9S9SmakpQDJVy4rSkh7nDB6MQuZXplGjICo2pdUXrmAszCTMe5_tNI5GyidT1Dwh7bAA4Ahfq7DPnSuz9zL7eBK2wuB3/w300-h400/IMG_1258.jpg" width="300" /></a></div><br /> <p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Sevilla me atrae de manera casi azarosa: primero, la fijación que sentía mi padre hacia todo lo andaluz; luego, fue el servicio militar; ahora, es el lugar elegido por mi hija para vivir. Una de las novelas que escribí me llevó a Sevilla impulsivamente en su último capítulo. Con la que en este momento paso el rato, me sucede lo mismo. Paseo por la ciudad con la vista puesta en mis personajes. Es como esas rutas que se organizan alrededor de un libro famoso (o no tanto), solo que en mi caso el itinerario va dictando la trama y va configurando el carácter y las peripecias de los los protagonistas. Ayudan las conversaciones cadenciosas, dulces, líquidas del andaluz, incluso influyen en el ritmo y en el humor de los diálogos. En fin, que de esta forma se visita la ciudad con los ojos tan abiertos, con los oídos tan atentos y hasta con el olfato tan dispuesto que me parece estar a finales del siglo XVI en el Arenal, en la plaza de la Alfalfa, en el Guadalquivir, en la cárcel con Cervantes, en el corral de comedias con Lope... Lo de menos es el rigor histórico. Lo de más es que parezcan vivos, que se relacionen con desparpajo y liberalidad. Son mis compañeros de viaje, mis compadres. ¿Bebería Lope manzanilla?, la va a beber hasta caer redondo, os lo aseguro. ¿Comería Miguel chicharrones?, yo lo invito, hasta hartarse. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-14130740103733483312023-12-06T18:51:00.004+01:002023-12-13T13:39:06.053+01:00Me llamo Nadie<p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;"></span></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: helvetica;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-8oM9bMBafl_eb9jyZPHv2AYOiho9zE0FOd0fV7ZBTDIuREQ2hKoV4IiYmNkgdzsZHYpF3iwAIFRgOkkqGVfE77RtGBho1vHdCU1pZ8gjVi735rEXYlv8hHMU-fbaObUqA_tjOkgVigewJG-M4sKcnDItJQ3Ks-DCKktu7lMx9_6Xu1re17NVBJMNuCW4/s1280/Mi-nombre-es-nadie.jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="790" data-original-width="1280" height="248" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-8oM9bMBafl_eb9jyZPHv2AYOiho9zE0FOd0fV7ZBTDIuREQ2hKoV4IiYmNkgdzsZHYpF3iwAIFRgOkkqGVfE77RtGBho1vHdCU1pZ8gjVi735rEXYlv8hHMU-fbaObUqA_tjOkgVigewJG-M4sKcnDItJQ3Ks-DCKktu7lMx9_6Xu1re17NVBJMNuCW4/w400-h248/Mi-nombre-es-nadie.jpeg" width="400" /></a></span></div><span style="font-family: helvetica;"><br /><span style="background-color: white; color: #050505; font-size: 15px; white-space-collapse: preserve;"><br /></span></span><p></p><div style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Estoy rodeado de gente, pero nadie sabe de mí. Yo tampoco los conozco, nada sé de ellos. Nadie me espera, nadie me busca, aquí no soy nadie y, como a Ulises, en cierta manera, mi anonimia me salva. Ahora mismo no existo para nadie, soy absolutamente transparente. Veo grupos familiares, de amigos, yo observo con suficiencia, con desapego, porque no pertenezco a nadie, porque nadie me busca, porque no hay conversación a la vista que me condicione. Las luces de Navidad me hacen sonreír, me dan grima, me repelen. Solo hablo con la camarera por absoluta necesidad, ella me da la vida, la cerveza. Es una sensación perversa: no pertenecer a nada, ni a nadie, ni esperar que nadie piense en ti. No esperar abrazos ni consuelos ni siquiera saludos. Nada. Libertad absoluta o soledad indigesta, cualquiera sabe. No estoy en ningún sitio, no estoy, no soy. O eso parece, hasta que la camarera, diligente y real, anuncia, “aquí tienes la oreja” y me encuentro con mis vicios. Y ahora, dime, ¿esto es un poema? No, cualquier texto que contenga las palabras “oreja” y “Navidad”, no es un poema.</span></div>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-60743216104437374472023-11-29T12:24:00.003+01:002023-11-29T12:28:50.805+01:00Un hombre desastrado<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRrPmRA9qEb9hDNpaCvvjfcNHsjH6UzoGf20OofjXNGa_jKrQ2VnLaLa2MSbsYSDEhpYCPeuL6jiBrrk-9XDJ5wEyGd-jIoS7aHGYvjPA6IcGUn5T6_gT2_HwH9vHDC30IPrs-olryd3ZBvsjzDtSJYy6ckx0sLcf5EQxuVKUXyCsrchTT01YfrhJUzMCB/s1375/desastrado.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1375" data-original-width="1000" height="400" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiRrPmRA9qEb9hDNpaCvvjfcNHsjH6UzoGf20OofjXNGa_jKrQ2VnLaLa2MSbsYSDEhpYCPeuL6jiBrrk-9XDJ5wEyGd-jIoS7aHGYvjPA6IcGUn5T6_gT2_HwH9vHDC30IPrs-olryd3ZBvsjzDtSJYy6ckx0sLcf5EQxuVKUXyCsrchTT01YfrhJUzMCB/w291-h400/desastrado.jpg" width="291" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Soy un hombre desastrado, eso lo sabe mi madre y todo aquel que me conoce un poco. Desastrado mentalmente, es decir, que aquí dentro hay poco orden y concierto, o sea, que mi cabeza es un sindiós. La desgracia ha ayudado un poco, pero yo ya era así. Ayer, sin ir más lejos, fui a echar aceite al coche, porque me lo pidió la máquina, y grande (o no tanto) fue mi sorpresa al ver que el depósito no tenía tapón. El motor estaba negro, con chorreones por todos lados. Se lo llevé al mecánico y me dijo que no había salido ardiendo por puro milagro. Así soy yo, amante del riesgo y del peligro aventurero. A mí no me hace falta ir a Camboya ni a ningún país africano, ni siquiera a Jerusalén. Mi cabeza me compone las aventuras más arriesgadas sin contratarlas de antemano. Ninguna agencia de viajes, por muy moderna que sea, te puede ofrecer actividades tan excitantes como la de conducir un coche que asperja aceite o montar de noche una bici sin luces con algunas copas de más o poner la cabeza bajo una barra de párking cuando está cayendo o agotar la batería del móvil cuando te va el alojamiento en ello o equivocarte en el día de subir a un tren en Valladolid o dar clase a adolescentes o alternar con gente de cuestionable salud mental... Sí, soy un hombre desastrado, no lo comentéis por ahí, no está de moda ser sincero. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-13969992931790504122023-11-28T10:55:00.000+01:002023-11-28T10:55:00.362+01:00Gnomeo y Julieta<p style="text-align: justify;"> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzP4U7jOKYnVjFDWJKP7CTXOTi6gwdZLTLPses_IxyJdncskkwM7-Fi9GhMSqgeBTovLiPComiubuIOr_aFhty1tFknnmnaVt1qdc5ckG9yqkfJBoOKXjequTUmtklBj4I04nTjMlUHvTZm_T_WQy4RVkxm7GguzI8js5zBfDlw3cGPJJS4t_lgDhmYQ61/s770/gnomeo.webp" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="308" data-original-width="770" height="160" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzP4U7jOKYnVjFDWJKP7CTXOTi6gwdZLTLPses_IxyJdncskkwM7-Fi9GhMSqgeBTovLiPComiubuIOr_aFhty1tFknnmnaVt1qdc5ckG9yqkfJBoOKXjequTUmtklBj4I04nTjMlUHvTZm_T_WQy4RVkxm7GguzI8js5zBfDlw3cGPJJS4t_lgDhmYQ61/w400-h160/gnomeo.webp" width="400" /></a></div><br /><p></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Todavía no he empezado con Shakespeare en Literatura Universal y las alumnas ya están planteando nuevas miradas hacia las obras del bardo. Ayer, gracias a ellas, descubrí la película de animación, <i>Gnomeo y Julieta</i>, impagable documento. Una de las chicas me mostró algunas escenas y contó el argumento, maravilloso. Todo termina bien y los disparates son para enmarcarlos. Por supuesto, los protagonistas son gnomos: los Montesco, con capuz rojo; los Capuleto, con capuz azul. No tengo palabras (eso nunca lo habría dicho William, aunque él nunca tuvo la suerte de ver <i>Gnomeo y Julieta</i>). Esto ha superado todas mis expectativas. Los clásicos están vivos, muy vivos, tan vivos que uno de los Montesco (recordad, capuz rojo) lleva triquini, como los ingleses en Benidorm. Ella, Julieta, es una especie de guerrera ninja y el ama es una rana. ¡Ah!, y la música es de Elton John. ¿Hay quién dé más? No se me cuece el pan esperando a llegar al teatro barroco, no sé si voy a poder aguantar, lo mismo me salto la Edad Media y el Renacimiento, o, espera, también tengo la vida de Petrarca contada por verduras. No hay que precipitarse. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-19245443314956171282023-11-22T20:22:00.003+01:002023-11-22T20:22:31.529+01:00Espantos<p style="text-align: justify;"> <span style="font-family: helvetica;">Casi siempre estoy de acuerdo con Dragánov en casi todo, ese escritor búlgaro al que asesiné hace unos años. En casi todo, porque a veces no estoy de acuerdo conmigo mismo. Dice Dragánov que le dan miedo los iluminados. A mí también. Temo a esa gente que habla en nombre de un colectivo, de una patria y, sobre todo, me dan miedo los que hablan en nombre de un dios. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Me causan repeluzno esos hombres que, cuando vociferan e insultan en los campos de fútbol, lo hacen en nombre de su equipo, de una institución que está por encima de los individuos, de un club que amalgama los sentimientos de sus miembros y les hace convenir en todo, mientras se defienda el nombre de sus colores, de la patria chica, de la aldea a la que representan. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Me enfadan esas mujeres que se erigen en portavoces ultraterrenas del feminismo y se escudan tras esta, la más justa de las luchas, para defender sus intereses personales, sin pensar en el flaco favor que infligen a la batalla legítima por los derechos de la mujer, oprimida desde el principio de los tiempos por el macho poderoso. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Me espantan esos espantajos que creen poseer el espíritu de la patria y proclaman el odio hacia todo aquel que no "piense" igual, porque en ellos reside el espíritu de la nación, la esencia de los valores primigenios. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Me aterran los sacerdotes y los predicadores que dicen hablar por boca de sus dioses (los únicos verdaderos) y anatematizan a diestro y siniestro y hacen apología de su Dios hasta convertirle en un arma mortífera e infernal. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Me intimidan, me aterran los iluminados, porque son peligrosos, porque han causado todas las guerras que conocemos, porque son proselitistas del odio y desconocen el diálogo, el racionalismo, la tolerancia y el principio de humanidad. Me espanto de mi condición de hombre y de mis atributos. </span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2462116536264000819.post-67802426771309491232023-11-14T20:51:00.006+01:002023-11-14T20:51:48.288+01:00El jardín de las delicias<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDPbdhFCZCns4K6xfAemXR8o1chIHqwzzqNXlIF_B4RbnRteIhvXlq6tAIdAbHvGKEc3R1W0vt9I5oPAye84DAxWDw_5lpI1ZzO7YFVuHNVNudixMDWLda5ec1giYnRrxsm-IRrcuL-Qhd50RSzHpANhA7D05UqU0CA-CFP5yZ0rOpJdoEhjlSJ-sBOJSK/s832/jardi%CC%81n%20de%20las%20delicias.jpeg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="446" data-original-width="832" height="215" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiDPbdhFCZCns4K6xfAemXR8o1chIHqwzzqNXlIF_B4RbnRteIhvXlq6tAIdAbHvGKEc3R1W0vt9I5oPAye84DAxWDw_5lpI1ZzO7YFVuHNVNudixMDWLda5ec1giYnRrxsm-IRrcuL-Qhd50RSzHpANhA7D05UqU0CA-CFP5yZ0rOpJdoEhjlSJ-sBOJSK/w400-h215/jardi%CC%81n%20de%20las%20delicias.jpeg" width="400" /></a></div><br /><p style="text-align: justify;"><br /></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;"> Ahora, soledad, desconcierto. Antes, sosiego, abulia. Mucho antes, entusiasmo, furor. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">El salón en penumbra, <i>Melancolía </i>de Lars Von Trier en la pantalla, una novia insatisfecha, enferma emocionalmente, obsesionada con los cometas que pueden destruirla, abatida por los rituales. Pájaros muertos caen desde el cielo, como hojas de otoño. El sofá vacío, con la ausencia aún estampada en los rincones. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">El salón vivo, sin preocupaciones, entregados a las ficciones y a los planes de viajes. El sofá es nuestro coche cama, confortable y tranquilo. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">El salón, destartalado; el sofá, hogar del sexo; los gatos rondando alrededor de la estufa; jóvenes, como nosotros, golpean la puerta para invitarnos a la fiesta. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">El ánimo apresado por el terror vivido, por la muerte, por la ausencia. Solo el móvil y la ficción ofrecen refugio. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">El dulce pasar de la madurez compartida; la dulce confianza de la convivencia; una tortilla de patatas, felicidad de la noche. Los Pirineos como horizonte.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">El espíritu encendido de la juventud, las fuerzas intactas, el entusiasmo en la nuca, las yemas de los dedos bullen con la piel eléctrica. </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;">Al final, el parto, la hija que rompe las lindes del antes y el mucho antes. Solo ella consuela el ahora.</span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-family: helvetica;"> Los tres actos de la función, las tres jornadas de la comedia, el tríptico de <i>El jardín de las delicias. </i></span></p>José Urbano Hortelanohttp://www.blogger.com/profile/15757540921948019458noreply@blogger.com0