viernes, 19 de febrero de 2016

Europa y Lady Macbeth


Lady Macbeth pide un deseo para someterse a la crueldad y vencer al remordimiento: "¡Venid hasta mis pechos de mujer y transformad mi leche en hiel, espíritus de muerte que estáis por todas partes -esencias invisibles- al acecho para que Naturaleza se destruya!" Lady Macbeth concita a los espíritus de la muerte, a esas esencias invisibles que están siempre cerca de los gobernantes y los poderosos. Lady Macbeth los invoca y acuden para que su marido cometa un crimen horrible.
Nosotros, los europeos, ya no tenemos que llamar a esas fuerzas terribles porque están siempre asomadas a las ventanas de nuestras pantallas, gobiernan nuestros países y rigen nuestros destinos. Porque nuestros pechos hace tiempo que se llenaron de hiel. De otra manera no se puede entender lo que está ocurriendo con los refugiados en Lesbos o en cualquiera de las costas griegas regadas de muertos con la connivencia de la gran Europa. Europa no es Lady Macbeth, Europa es esa esencia invisible a la que ella invocaba, ese espíritu de la muerte que deja morir sin piedad a todos aquellos que no son de su estirpe. Europa es una cloaca de lujos donde nos pudrimos de soberbia, crueldad e hipocresía. Hace tiempo que nos arrancaron el sexo. Nos desayunamos la muerte y el sufrimiento, los envolvemos en rebozados de tres estrellas Michelín y los engullimos con deleite, cerrando los ojos, paladeando el exquisito sabor de la sangre y lamiendo los cuerpos hinchados. Hace tiempo que un manto de tinieblas ha impedido que el cielo grite, "¡basta, basta!". Si Lady Macbeth levantara la cabeza se horrorizaría de pertenecer a una comunidad como esta.

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