jueves, 15 de enero de 2015

Ya no soy moderno


Todavía no me he dejado barba,
aún no me he recogido el pelo en una coleta,
ni siquiera he tenido tiempo de comprar un dron,
ni trafico con la tablet en las salas de espera.
Ya no soy moderno,
y me he dado cuenta demasiado tarde,
cuando ya he comprado unas mallas a juego
con mi diadema musical de última generación;
después de dejarme arrastrar hasta los muros de Ebay
para participar en subastas de aparatos innombrables
que no sabré utilizar;
tras intentar bailar "reggaeton" rodeado de veinteañeros.
No, he perdido el norte de la modernidad:
No sé participar en las redes sociales,
no entiendo qué es el LOL ni un "hastag", ni un "trol",
soy un analfabeto arcaico, desmañado y torpe,
nunca aprenderé a teclear a dos manos el móvil,
ni entenderé el idioma cifrado de los emoticonos.
"Ya no soy joven", dijo el poeta, lamentándose de que solo
quedaban las dimensiones del teatro. 
Lo mío es mucho peor: "ya no soy moderno", 
ni siquiera sé medir las pulgadas de una televisión curva.

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