sábado, 26 de mayo de 2012

La amante tóxica


















Se despojó de su blusa de raso,
dejó caer la falda hasta la orilla de los tobillos,
destazó sus zapatos de tacón alto,
luego se desprendió de las ligas
y despegó las medias de sus muslos,
se arrancó las bragas francesas de punto,
descorchó el sujetador de lencería islandesa.


Me paré a observarla y comprobé asombrado
su mirada de cristal,
su piel de plástico bruñido,
su pubis denso con rizos eléctricos de alambre,
sus pezones de goma espuma y caramelo.
Le apreté un pecho y de su boca brotó un gañido
de tetera hirviente,
la abracé,
le di la vuelta,
y leí en su nuca:
"no morder, producto tóxico".

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